
El mundo de ayer
Rafael Castaño
Toda la vida por delante
Arias breves
SEGURO que muchos de ustedes habrán leído la noticia en estos días. El señor obispo de Córdoba se ha pronunciado recientemente, con todo respeto y consideración, contra algunos dogmas de la tiranía de lo políticamente correcto. En concreto ha mostrado su punto de vista, insisto que respetuoso, pero claro, para discrepar de algunas de las gansadas que nos quieren hacer tragar a diario los creadores de la llamada "ideología de género". Aquellos que, por ejemplo, dicen, como la francesa Beauvoir, de quien llegué a leerme hasta tres libros, que una mujer no nace, si no se hace. Ya lo saben, los órganos genitales externos, los internos, las hormonas son fruslerías, nada. Ser hombre o ser mujer, para esta lumbrera, era sólo cuestión de desear ser una cosa u otra. Pues ante la opinión contraria a estas ideas ceporras, que ha mantenido el señor obispo, le respondió un caballero, a la sazón portavoz del gobiernito de la "realidad nacional"; o sea de Andalucía. Cierto es que el mencionado lo hizo a título personal en su blog. Lo que éste ha pedido para el señor obispo de Córdoba es nada más y nada menos que un bozal. Ya saben, ese instrumento de cuero o metal que se pone en la boca de los perros para que no muerdan.
A mí, lo que me parece más destacable en esta noticia no es ni lo que argumenta el obispo Fernández ni lo que escribe de largo, lo he leído en su blog, el señor portavoz del gobiernito. Lo que me parece intolerable es que cuando un ciudadano español, obispo, o médico, o ministro, o limpiabotas ejerce con mesura y educación su sagrado derecho a la libertad de expresión; eso mismo, a otro ciudadano le parece que debe ser respondido poniéndole un bozal al primero. Se empieza por aquí y se sigue diciendo que es un desequilibrado, se pide su internamiento en un centro de "salud mental" y si no se cura se le envía a un campo de reeducación. El siglo XX ha tenido demasiados ejemplos de estas escaladas de intolerancias para que dejemos ir, sin más, cualquier ataque a libertad de expresión. Y pedir un bozal para quien sólo hace argumentar y defender sus posiciones con corrección es un ataque en la línea de flotación de ese fundamental derecho. Hoy defiendo al obispo, mañana, si alguien pide un bozal para el portavoz del gobiernito andaluz, siempre que este argumente respetuosamente, tenga por seguro el señor Vázquez que batiré el cobre de mi pluma por él.
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