Tribuna

Javier Sánchez Menéndez

¿Periodismo cultural?

Un texto literario es una acción sagrada y como tal debe ser tratado. El concepto de periodismo cultural, centrado en la obra literaria, no debe limitarse a la reseña, al lanzamiento del anzuelo con cebo vivo y esperar a que piquen. El periodismo cultural debe mantener la armonía y el equilibrio existentes entre la ética y la estética.

La acción sagrada no contiene fisuras ni experimentos, debe ser ajena a la vanagloria personal. La educación como principio de libertad en respeto y sinceridad. Estas deben ser las bases que sustenten el periodismo cultural.

Hace sólo unos días, un periodista cultural entrevistaba a un autor con motivo del lanzamiento de su nueva obra literaria. Al no disponer del libro utilizó para formular las cuestiones y las respuestas (el propio periodista respondía a las preguntas) su obra anterior. Del nuevo libro no dijo nada, exclusivamente el título, la editorial y el género.

Esta actuación es común en el actual periodismo cultural y, además, es un hecho consentido por los autores. Jugando con unas palabras de Julio Ramón Ribeyro, esto es la tentación para evitar el fracaso, el propio fracaso, la ausencia de educación, ¿autor social o autor que crea literatura?

En los medios de comunicación, el periodismo cultural suele desarrollarse por parte de autores; así ha ocurrido y así acontece. Las menciones se realizan por interés común, pero el interés común es siempre un interés pasajero, será el vacío con el paso del tiempo.

El periodismo cultural debe ser creación por encima de todo. El estado natural de la conciencia. Olvidemos las reseñas, los comentarios, las apreciaciones o la mera opinión: creación literaria y esencia. Era la crítica que hacía Juan Ramón Jiménez o Edmund Wilson, la que hace Steiner, Bloom, Manguel o Muñoz Molina, aquella que hacía Dámaso Alonso o el propio Herrera con Garcilaso, o fray Luis con Horacio, o Eliot con Dante. Hay argumentos y, a lo largo de la historia, hay periodismo cultural.

Pero conviene diferenciar entre lo que abunda y aquello que escasea y enriquece, y que tanto anhelamos en nuestros días. Y se echa en falta porque muchos de los denominados periodistas culturales no leen los libros que reseñan ni conocen en profundidad la obra de aquellos autores de los hablan.

En este sentido, Pierre Bayard tiene un libro sorprendente, como su propio título: Cómo hablar de los libros que no se han leído. Creemos que la actitud moral y la creación deben prevalecer en todo el periodismo cultural, y para ello se precisa una lectura a fondo, una lectura sin complejos.

George Steiner ha escrito en dos de sus obras, especialmente, mucho de lo que explicamos. En Lenguaje y silencio, Steiner, defiende la creación como la única forma de crítica. Vivimos en un discurso permanente, un discurso creativo y verdadero. Pero es en Presencias reales donde Steiner profundiza en la creación esencial y auténtica, la palabra y el mundo no pueden separarse. Si se hace, el resultado nunca será creación.

Tomás Rodríguez Reyes, un joven autor, en dos de sus libro (Escribir la lectura y Ars vivendi) crea a través de la lectura. Su obra es literatura, pero debe servir de ejemplo en el periodismo cultural.

En aquellos países, a los que llamamos tercermundistas y en la actualidad dan lecciones en todos los aspectos, si preguntas por el interés en Platón por parte de los jóvenes, responden: "Antes de acudir a la modernidad y a la posmodernidad, es imprescindible conocer la tradición con fundamento, allí radica la creación y la esencia".

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