Javier Moya Yoldi | Ganadero

"Mi padre y Borja estarán disfrutando de este triunfo"

Javier Moya con su madre, la empresaria Concha Yoldi, en los previos de una de sus corridas en la Maestranza.

Javier Moya con su madre, la empresaria Concha Yoldi, en los previos de una de sus corridas en la Maestranza. / Marina Bernal

La ganadería de los Moya Yoldi -encastada en las mejores reatas de la ancha casa Domecq- ha ido escalando, peldaño a peldaño, una posición de privilegio en el campo bravo pese a su juventud. La novillada lidiada en la Feria de San Miguel de 2021 acabó de colocar en el disparadero a esta divisa que al año siguiente se llevó el premio de la Real Maestranza. En 2023 llegó Príncipe el gran toro cuajado por Daniel Luque. En 2024, hace muy pocos días, se le daba la vuelta al ruedo a Oloroso, un gran ejemplar que se acerca al concepto que manejan los ganaderos de Monte San Miguel

-Llegar y topar de nuevo…

-La realidad es así… somos partidarios de hacer las cosas poquito a poco, de no dar grandes saltos, y ese plan se va cumpliendo. Cada año vamos probando cosas nuevas, experimentando con técnicas novedosas, buscando otros matices… y las cosas están saliendo. Esto no es una ciencia exacta, más bien todo lo contrario, y muchas veces sumas uno más uno y da de todo menos dos. Pero no está siendo así. El comportamiento de los animales se está pareciendo bastante a nuestras expectativas y en algunos casos las ha superado.

-¿Ese Oloroso, que tuvo el honor de recibir la primera vuelta al ruedo de esta Feria de 2024, se acercaba al concepto que persiguen en la vacada?

-Sí, nosotros vamos buscando el toro del público, el que permita hacer faena al torero. Y un toro que tenga ese temple, que humille, que coloque la cara, que se mueva como se movió… Esos son los ingredientes de la transmisión y eso es lo que quiere el público: que propicie el espectáculo. Si el torero, encima, es capaz de entenderlo, lo ve, lo maneja y lo lidia como el toro requiere, se dan todos los ingredientes para que el público se entretenga.

"Hubo dos Pereras, el que estamos acostumbrados y otro que, personalmente, me sorprendió”

-Fue un toro para el público pero también para el torero…

-Al público le llegan las características que hemos repasado, particularmente la movilidad. Y el torero lo toreó para el público; no lo toreó para él. Fueron dos faenas muy diferentes: a un primer toro más complicado y por momentos hasta violento y a un segundo que lució para el tendido, no para él. Es que hubo dos Pereras: el que estamos acostumbrados a ver, poderoso, mandando, con la mano tremendamente baja, fue el del primer toro. Pero luego apareció un Miguel Ángel con el cuarto que a mí, personalmente, me sorprendió gratamente. Era un torero distinto.

-Hubo un segundo, con un importantísimo pitón izquierdo, que convendría reivindicar.

-Yo también lo creo. Le tenía mucha fe a ese toro; tenía una coincidencia con Oloroso y es que era un toro muy Fuente Ymbro. A mí me gustó muchísimo. Las virtudes que había tenido uno las contuvo el otro, posiblemente con más profundidad.

-Hablando de Fuente Ymbro… ese segundo se llamaba ‘Turulato’. Era el nombre de otro toro de Ricardo Gallardo que se lidió hace nueve años en Sevilla. Resultó muy bravo.

-Sí, no tengo en la cabeza la reata de ese toro de Ricardo pero seguro que tienen un vínculo familiar. Ricardo no le cambia el nombre a las vacas y seguro que tiene varias Turulatas en el campo. De esas, nosotros compramos una siguiendo siempre sus consejos. Nosotros tenemos que poner siempre en valor la ayuda de Ricardo y de Borja Domecq. Ellos fueron los que aconsejaron a mi padre qué ganado comprar. Seguro que son familia.

"Lo que mejor hacemos es trabajar. Es nuestra filosofía, lo que nos han inculcado nuestros padres”

-Borja Domecq y, sobre todo, su padre, Pepe Moya, habrían gozado con todo esto de una manera especial…

-Lo están disfrutando. Yo estoy seguro. Me queda la pena de no verlos juntos a los dos celebrándolo y merendando churros esa tarde. Se lo dije a Fátima y a Rafael (hija y yerno de Borja Domecq, director de la vacada de los Moya Yoldi): allí arriba se pegaron una merendola disfrutando de la corrida de El Parralejo. Seguro.

-En la vuelta al ruedo hubo un detalle muy bonito que encerraba muchos significados: fue ese abrazo de Perera con Rafael Molina en la vuelta al ruedo.

-Nosotros le tenemos mucho cariño a Miguel Ángel. Rafael lo conoce desde sus tiempos de novillero en casa de Ricardo. Ese abrazo liberaba una tremenda tensión y llenaron el tarro con la ilusión de todo lo que había pasado demostrando el afecto que se tienen; que nos tenemos. Yo me fundí en ese abrazo en la distancia. Perera ha apostado mucho por nosotros: el año pasado nos mató Madrid y Sevilla y este año vuelve a repetir. Ojalá continúe ese idilio entre Miguel Ángel Perera y El Parralejo.

-Hay que volver a tirar de la moviola. En 2022 ganaron el premio de la Real Maestranza y el pasado año embarcaron ese toro, Príncipe, que propició la gran faena de Daniel Luque.

-Un número 56. Volvemos al principio: parece que estamos en racha. Hemos dado pasitos con prudencia, sin querer saltar los escalones de dos en dos y se están viendo los resultados más allá de esos trofeos que por supuesto satisfacen. Nos interesa el día a día y lo vemos en los tentaderos, en el manejo, en las corridas que lidiamos en las plazas a las que vamos acudiendo.

-En su momento adquirieron la mítica finca de Monte San Miguel. La apuesta, más allá de la crianza del toro bravo, era por la Cultura con mayúsculas. El toro bravo pastando en un santuario regionalista soñado por Aníbal González…

-Los toros pastan en un paraíso, en ese parque natural de la sierra de Huelva y los Picos de Aroche. Es una finca muy ganadera. El maestro Manolo González tuvo muy buen ojo cuando apostó por aquella finca para formar su ganadería brava. Tiene un suelo privilegiado, un clima buenísimo y cantidad de agua en los años normales, estando por encima de la media en los años de sequía. Qué vamos a contar del entorno… El cortijo es un monumento y para nosotros es una satisfacción enorme pero al mismo tiempo es una responsabilidad porque una casa de ese valor arquitectónico e histórico hay que mantenerla y hay que hacerlo bien. En eso estamos, en disfrutarla y en mantenerla con responsabilidad.

-Queda temporada por delante. El primer trago ha pasado pero hay aún compromisos fuertes.

-Nos espera Madrid, que vamos el 15 de mayo. También tenemos cerrada una corrida de figuras en La Línea el 20 de julio, dos novillos en la mixta de Córdoba, cuatro en Mont de Marsan, una corrida en El Puerto sin fecha y con un cartel ilusionante que aún no está cerrado… Tenemos una buena temporada por delante. Somos una ganadería pequeñita y tenemos muy ajustado el número de festejos pero todos son ilusionantes. Tenemos un punto de presión por los sitios y por los carteles.

-Pero antes de todo eso… ¿han tenido tiempo de celebrar lo de Sevilla?

-Lo hemos celebrado lo justo. Esa misma noche. El jueves ya estábamos en el campo otra vez preparándonos para Madrid, trayéndonos los dos toros que llevamos de más a la corrida de Sevilla. Celebramos la cosecha pero nos ponemos rápidamente a trabajar porque esa es nuestra filosofía, la que nos han inculcado nuestros padres. Eso es lo que mejor sabemos hacer.

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