Santo Entierro

El Yacente anunció a Huelva la muerte del Señor

  • El Santo Entierro aportó el carácter oficial a los desfiles del Viernes Santo

La especial personalidad del Santo Entierro no pasó desapercibida en el Viernes Santo. La ermita de La Soledad vio salir la comitiva que responde al carácter oficial de esta hermandad dentro de la Semana Santa onubense. Antes de que todo el cortejo estuviera en la calle, en el interior del templo se procedió a realizar las levantás que corrieron a cargo del capellán de la hermandad, Tomás García (Las Angustias), el miembro de la junta de gobierno Juan José Romero (Yacente) y la bordadora Concha Caro (Soledad).

El cortejo lo abrieron los representantes de las distintas hermandades de penitencia, de La Cinta y del Consejo de Hermandades y Cofradías acompañando al pregonero de este año Fernando Vergel. Tras el paso del Señor Yacente-único de la capital llevado por costaleras-, se encontraban representantes de los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado, de la Universidad de Huelva -el rector Francisco José Martínez y cinco vicerrectores- , Junta de Andalucía y Diputación, Grupo Municipal Socialista, equipo de gobierno municipal y concejales populares, alcalde de la capital, Pedro Rodríguez y junta de gobierno del Santo Entierro.

Tras el palio de La Soledad, el obispo de la Diócesis, monseñor José Vilaplana iba acompañado por miembros del cabildo catedralicio. El palio, único paso con acompañamiento musical contó con la presencia un año más, de la Banda Municipal dirigida por su titular Francisco Navarro.

La belleza de sus pasos y la exclusividad de su cortejo mostraron una vez más, su fuerza de captar la atención de los numerosos onubenses que se movían por la capital y que hacían una parada en lugares en los que el desfile resulta tan bello como es en la bajada por la calle Puerto, cuando ya la noche realza las características más personales de la cofradía.

Con extrema puntualidad, el Santo Entierro llegó a la Placeta por José Nogales aunque tuvo que esperar cerca de 20 minutos para entrar en la carrera oficial, de modo que las dos cofradías que le precedían, las de la Fe y el Descendimiento, pudieran concluir su paso por tan céntrico enclave.

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