Acariciando a Parasceve

Señoras cofrades

  • ¿A cuántas mujeres se les ofrecen cargos relevantes en juntas o en el Consejo de hermandades?

Costaleras preparan el costal en la ermita de la Soledad.

Costaleras preparan el costal en la ermita de la Soledad. / JOSUÉ CORREA

Día 8 de marzo. Las Naciones Unidas empiezan a conmemorar el Día Internacional de la Mujer en el año 1975. Pero es, dos años más tarde, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas formaliza oficialmente el día. Aunque, se ha de decir, que se remonta al 28 de febrero de 1909 la primera celebración de tal evento. Conmemoramos la lucha de la mujer por su participación dentro de la sociedad, en plena igualdad de derechos con el hombre, y ello, refiriéndose a las mujeres corrientes, a las que día a día tratamos con nuestro esfuerzo y tesón (permítanme que me incluya, aunque pueda ser modesta mi aportación) para que la historia se escriba también sobre nosotras. Y en este mundo nuestro, el de las hermandades de penitencia, aún nos queda mucha historia por escribir.

Avances de las mujeres en este mundillo cofrade, no vamos a negar que han existido, porque si nos remontamos sólo a la época de nuestros padres, seguro que muchos compartimos la idea de que las mujeres, en aquellos momentos, no eran más que la mujer del cofrade, y ello, salvo honrosas excepciones. Las mujeres y las novias acompañaban a sus respectivas parejas a actos y eventos de sus hermandades, o a aquellos que tenían lugar en el mundo cofrade en general, pero una gran mayoría de mujeres no eran siquiera hermanas de su hermandad. Y, por supuesto, las tertulias tenían género: los hombres por un lado, arreglando la hermandad y la Semana Santa y las mujeres por otro, hablando de cualquier otro tema que nada tenía que ver con hermandades, salvo conversaciones esporádicas. Poco a poco, las mujeres comienzan a ser hermanas de número de sus respectivas hermandades, y empiezan a vestir la túnica nazarena, en algunos casos. Y así las cosas, se empiezan a apreciar los beneficios, sobre todo en las hermandades cuya nómina de hermanos era pequeña, de que las mujeres, acompañadas de niños y niñas, llenaran, un poco más, las filas nazarenas.

Tenemos la mayoría de edad, hagamos que no nos excluyan ni nos excluyamos

Llega un segundo momento, en el que se empieza a incorporar a la mujer a las juntas de gobierno de las hermandades. Pero estas incorporaciones solían responder a algún vínculo familiar (hermana de..., hija de…, mujer de…, etc). E, incluso, en esa época, se puede escuchar, pregonando, a alguna mujer en su hermandad.

Y, llegados a ese momento, se continúa con la tendencia hasta llegar al día de hoy, instante en el que se supone que la mujer está plenamente incorporada a este ecosistema de las cofradías. Pero, ¿esa afirmación es real? ¿A cuántas mujeres se les ofrecen cargos relevantes en juntas o en el Consejo de hermandades? ¿Con cuántas mujeres, de verdad, se cuenta para temas destacados en este, nuestro mundillo? ¿Cuántas han cedido su posición, en su propia hermandad, en favor de sus maridos? ¿Por qué cuando una mujer dice no a algo se generaliza diciendo que “las mujeres no quieren”? Podría continuar con infinidad de preguntas… Versiones contradictorias son las escuchadas: Esto sucede ¿por ser incierta esa plena incorporación? O, por el contrario, ¿es algo achacable a nosotras mismas, en el sentido de no dar un paso adelante cuando tenemos la posibilidad?

Señoras cofrades, tenemos hace ya tiempo la mayoría de edad, hagámoslo ver, que no nos excluyan, ni nos excluyamos, tenemos mucha historia por escribir.

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