La participación de los pacientes en la toma de decisiones de su enfermedad, ya sea en cuestiones que tienen que ver con lo asistencial o lo terapéutico, es una reivindicación clásica que han mantenido tanto colectivos de pacientes como, progresivamente, los profesionales.

En el ámbito de la salud mental, los estudios que examinan los efectos de incorporar las preferencias de los pacientes en los resultados del tratamiento destacan su impacto en aspectos cruciales como la reducción de las tasas de abandono y la mayor eficacia. Reconocer los derechos de los individuos a participar en las decisiones sobre sus tratamientos subraya la importancia de estudiar las preferencias de tratamiento y los factores que influyen en estas elecciones.

Ese es el punto de partida de un estudio andaluz publicado en la Revista Internacional de Psiquiatría Social que ha tratado de identificar las preferencias de tratamiento (psicológico, farmacológico o combinado) entre una muestra de 2.133 pacientes y discernir los factores psicosociales y clínicos que influyen en estas preferencias. El trabajo ha sido desarrollado por Antonio J Vázquez, Cristina Felipe y Manuel Alejandro Muñoz, del Hospital Universitario Virgen del Rocío; y Raquel Vázquez-Morejón, del Grupo de Investigación Comportamientos Sociales y Salud de la Universidad de Sevilla.

De este modo, un 49,8% de los pacientes prefiere un tratamiento que combine la terapia farmacológica con atención psicológica; un 33% se decantó solo por la terapia psicológica y un 10,6% solo por la farmacológica. Factores como el diagnóstico, la gravedad de los síntomas depresivos y ansiosos y el impacto funcional se relacionaron con la preferencia de tratamiento con un tamaño del efecto moderado. Mientras tanto, varios factores sociodemográficos se correlacionaron con el tratamiento seleccionado.

Según sus conclusiones, existe una marcada preferencia por los tratamientos combinados. “La importancia de los tratamientos psicológicos es evidente, ya que cuatro de cada cinco participantes los favorecieron en su elección”, señala el trabajo. “Abordar estas preferencias requiere una exploración dentro del contexto más amplio de la libertad de prescripción en salud mental”, subrayan los autores del trabajo. Los participantes en el estudio recibían atención en una unidad comunitaria de salud mental.