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Los triguereños muestran su fervor a San Antonio Abad en su procesión

  • Los vivas y las tiradas protagonizan el recorrido del Santo por las calles del municipio

Los triguereños portan a su Patrón por una de las calles del municipio.

Los triguereños portan a su Patrón por una de las calles del municipio. / Javier Monterroso

Llovieron panes, llovieron roscas, llovieron embutidos y hasta jamones. Una precipitación propia del mes de enero, del invierno triguereño, pero sin una sola gota de agua. Las tiradas en honor a San Antonio Abad calcaron las fotografías de antaño. Vecinos arrojando regalos desde sus balcones, ventanas y terrazas; y hogareños y visitantes acumulando parte del botín.

Da igual el modo, lo que importa es el fin. Es fácilmente reconocible en los lugares de privilegio a la legión de brazos esperando en sus plataformas suecas los mejores obsequios. Medallas, pancetas, paletillas. El resto del gentío se agolpa sobre los adoquines celebrando cualquier victoria. Es sin duda, la imagen que más impacta al foráneo.

A lo lejos, el patrón lo ve todo. Lo observa todo. Es Él, el origen y la meta de estas tradiciones. Idiosincrasia de Trigueros cuando enero se va marchitando. Sobre el hombro de sus fieles, en su paso de plata, San Antonio visita todas y cada una de las casas del municipio. Sin distinción. Incluido, el cementerio municipal, la vivienda eterna. Cuentan quienes lo atestiguan que no hay un momento más sobrecogedor. La estancia del patrón lejos de su capilla se prolonga durante más de 30 horas. Algunas ocasiones, muchas más. Le aportan luces el rojo de las flores y el ocre de los alimentos. El paso lo completan las campanillas, que se mueven de acera a acera entre los vivas de sus devotos. Resalta la cruz de su pecho, la misma que visten los balcones para recibir al Santo al eco de la flauta y el tamboril. Es sin duda, la imagen que más impacta al triguereño.

Una de las tiradas durante la procesión de San Antonio Abad. Una de las tiradas durante la procesión de San Antonio Abad.

Una de las tiradas durante la procesión de San Antonio Abad. / Javier Monterroso

Este lunes, todo terminará justo donde empezó. Será con el ocaso del sol cuando desde el balcón municipal se realice la última de las tiradas. Este año, también se ha sobrepasado la veintena. Al revirar la esquina, se producirá la peculiar escapailla, ese momento ancestral en el que el Santo amaga con entrar en su guarida y sale corriendo hasta que las autoridades se afanan en impedirlo. La jornada se completará con una salva de cohetes y el sorteo de los cochinos. En canal, que conste.

En este momento, culminará una procesión que los fieles van amasando con el paso de los días. Las candelas del miércoles, el traslado del sábado, la diana del domingo o el novenario de toda la semana son testimonios de fe hacia el patrón. Días de devoción y convivencia, en los que todo el mundo es bien recibido. ADN del triguereño, quien ya va descontando los días para rencontrarse con San Antonio Abad.

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