
Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Vida bendecida
Hoy nos hemos despertado con el sonar de un tambor que, rítmicamente, va marcando una letanía conocida al compás de una flauta. Y a mi mente acuden las líneas de un capítulo de Platero y yo, de nuestro eterno Juan Ramón, que decía: “¡Ya vienen las carretas…!”, y que en la lírica genial del poeta de Moguer desgranaba ese sentimiento popular, devoto y tradicional que por los pueblos de toda Andalucía va despertando el anuncio de algo único, maravilloso, que llevamos esperando todo el año.
Ya vienen las carretas, llenas de cantes y de alegrías. Ya viene el gozo de los corazones henchidos de amor a una devoción secular y a una tradición que se hace bendita, como el agua de mayo, cuando desde las marismas, todo el nervio puro en las horas que preceden al vuelo milagroso de un Pentecostés, que es gloria divina para esa religiosidad popular, base y cimentación de los pilares de nuestras devociones marianas.
Siempre es igual y siempre es distinto el eco que nos llega en la mañana, cuando el sol despierta y el amanecer se hace brillante en sus colores de una primavera que reza por salves y levanta al cielo de sus emociones esos Simpecados que pregonan romería, amor y entusiasmos andaluces.
Desde la orilla atlántica, desde la calmada corriente de un arroyo que besa los arenales sedientos, el silencio barrunta la explosión de dicha que miles de romeros van a dejar por los caminos, horadados por el lento pisar de los bueyes, el aroma de los pinos del Coto, y los vivas salidos del alma a una Paloma que, en su blancura de pureza, se ha hecho Madre del divino Niño que ahora, en pocos días, será Espíritu Santo en un Pentecostés de la Gracia que moja a todo un pueblo, aldea de Dios, en el altar de la luz, los cantes, la fe y el Amor a un Rocío que es lluvia de esperanzas jubilares en un año especial.
¡Ya van las carretas camino del Edén almonteño… la aldea se llena con más de un millón de almas rocieras! Ya el Rocío es un auténtico milagro de universalidad mariana, y asumida la conversión de la Cuaresma, llegar a la gloria de una Pascua donde Ella será la Reina de un mundo único, triunfante y maravilloso en el éxtasis de la devoción a una Virgen que un día puso su mirada en este rincón onubense para, como en Belén, hacerlo Cuna, alfa y omega, de toda la más bella expresión de amor al divino Pastorcillo.
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