
Gafas de cerca
Tacho Rufino
Rictus de tormento
Si no estoy confundido, Pedro Sánchez en su adolescencia jugaba al baloncesto y aunque no era una de las figuras de su equipo sí era una especie de todo terreno. Era, lo que vulgarmente llamamos un hombre de equipo, cuanto contraste con sus actitudes presentes. Solía llevar el numero 11 y según los expertos en "numerología", este tipo de números repetidos, leo que les llaman "maestros" y nos dicen que esas personas "deben tener claro que no son seres superiores a los demás". "Solo arrastran una responsabilidad mayor y, cuando lo desconocen, esa responsabilidad puede llevarlos al desequilibrio emocional, lo que en los marcados por el 11 es algo fácil de apreciar".
No se confundan, no pretendo integrarlos en el mundo de la interpretación de los signos, la adivinación… entre otras cosas porque no creo en ellas. Sin embargo, resulta una curiosidad en la valoración del personaje que ha pasado del trabajo para el equipo a un individualismo recalcitrante, adornado de narcisismo que desemboca un indisimulado histrionismo, reforzado por las puestas en escena diseñadas por su gabinete de propaganda.
Y está claro, dicho esto, como disfruta viendo al entorno opositor deshacerse para poner en evidencia sus incoherencias, sus mentiras, su ausencia de perfil ético… y cuantas más referencias de hemerotecas, de cambios de posición, de desmentidos históricos o de ese deslinde de personalidad donde se justifican sus manifestaciones dependiendo de cuando las hizo, si era o no Presidente.
Y si eso le gusta y se pavonea de ello, da la impresión que llega al clímax, cuando une sin distinción literal, unidad, lealtad, consenso, diálogo, arrimar el hombro… con sumisión, entreguismo, "bajada de pantalones" en una palabra y si no se hace, quien aísla al Rey, propugna el federalismo, está borrando las esencias socialdemócratas del que "era" su Partido… lo descalifica llamándoles antisistema - claro que lo hace mirando al frente y no a sus asociados - en un alarde vocacional de simulador. Y ya, lo máximo es cuando imbuido de un autoritarismo, rayano en lo dictatorial, modifica leyes y normas para ponerlas a su servicio, no al bienestar de los ciudadanos y los ejemplos están de plena actualidad. Como sabe la ausencia de coste electoral - inexplicable en democracia - remata su falta de rigor político, técnico o jurídico y se salta al Comité de Bioética de España; Consejo General de Colegios Médicos; más de un centenar de juristas; Papa y Conferencia Episcopal; Sociedad Civil… y presenta una Ley de Eutanasia exprés y a domicilio. Y todo, ¿saben por qué?, porque él lo vale.
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