Antonio Carrasco

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¿Y la sombra en Huelva?

Los bancos del Parque de las Palomas ya tienen temperatura para asegurar que nadie se siente hasta el 15 de octubre

Losbancos del Parque de las Palomas ya han cogido temperatura de crucero. El hierro al sol adquirió en estos primeros días de mayo los grados necesarios para garantizar que nadie pueda volver a sentarse en ellos hasta el 15 de octubre, cuando el termómetro baje lo suficiente como para garantizar que plantar las posaderas sobre ellos no signifique poner en riesgo las mismas. ¿Alguien podrá pensar en usar alguno de los que estén a la sombra? Ah, las sombras. La sombra es un bien que se cotiza escaso en Huelva, donde plazas y parques parecen islas de calor ajenas al uso humano. Debe ser por aquello de vivir en la capital con más horas de sol al año de España que no consideramos necesario cubrir las zonas de descanso. Viva el sol.

El Parque de las Palomas, por no apartarnos del ejemplo concreto, es cada día del fin de semana o por las tardes casi a diario un hervidero de padres con sus niños jugando en las zonas infantiles, disfrutando de las atracciones, dando de comer a las palomas o simplemente paseando en un rincón infrautilizado de la capital onubense (otra debate pendiente). Es curioso porque por mucha gente que haya siempre hay bancos libres y con razón... A ver quien es el valiente. El pasado domingo me tocó enfrentarme a una dura realidad. El ritual matinal completo: un par de viajes en las atracciones, el encuentro con las palomas y final en los columpios... Traté de sentarme que para eso es un parque. Menos mal que palpé primero.

En estos tiempos en los que es común humanizar las ciudades en la búsqueda de entornos cada día más habitables igual estaría bien acordarse que las plazas y los parques no tienen razón si no cumplen su función más básica de ocio. El diseño por muy novedoso que sea carece de sentido si no tiene utilidad.

Tampoco creo que sea tan complicado acomodar los espacios que ya tenemos en la ciudad. Igual con un poco de suerte se puede raspar algo de la Edusi o donde sea y echarle una pensada a esos bancos de hierro o los de cualquier otra plaza sin sombra. Sentido común para humanizar los espacios. Lástima que en Huelva no suene aquella sintonía con la voz inconfundible del Maestro Araújo que bien conocemos los que estudiamos en Sevilla hace unas décadas: "Olvídese de aquello tan lejano de... Leopoldo, échame el toldo; y pase a la modernidad a... Currito, dale al botoncito". Bien vendrían unos toldos Quitasol.

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