
Confabulario
Manuel Gregorio González
Sagan, a lo lejos
Alto y claro
En tiempos de Pepe Rodríguez de la Borbolla hubiera sido impensable. En los de Manuel Chaves, inimaginable. En los de Susana Díaz, ni les cuento. Pedro Sánchez no se hubiera atrevido, ni por asomo, a poner en marcha un modelo de financiación sólo para Cataluña que consagrase privilegios y perjudicara a Andalucía en los tiempos en los que el PSOE andaluz era fuerte y tenía voz propia. Aunque fuera exclusivamente por motivos de conveniencia estratégica. En una región en la que la cultura del agravio –con causas más que justificadas para ello– lleva décadas asentada no hay forma más certera de pegarse un tiro en la sien que haciendo lo que Sánchez ha permitido para que Esquerra Republicana pueda sacar pecho y Salvador Illa asentarse en la Generalitat.
Pero el PSOE andaluz en el que mandaron Borbolla, Chaves o Susana ya no existe. En puridad, no podría decirse ni que el actual es una pálida sombra de lo que fue. Es otra cosa. Desde que Sánchez tomó el control, la maquinaria socialista ha sido desmontada pieza a pieza en Andalucía para ser sustituida por otra incapaz de levantar la voz y tener un proyecto propio. Ello se traduce en falta de operatividad y condena al partido a carecer de identidad, como sí tienen otras federaciones o los socialistas catalanes, que son ahora los que marcan el rumbo.
Es lógico afirmar que esa caída en picado de la influencia del PSOE andaluz es consecuencia de la pérdida de la Junta en las elecciones de 2018. Y, ciertamente, un buen porcentaje hay que atribuirlo a ese factor. Pero sería absurdo no considerar que ese proceso se agravó con la sustitución de Susana Díaz por Juan Espadas. Fruto del fracaso de la dirección que impuso Pedro Sánchez fue el hundimiento de 2023.
Hoy el PSOE es un fantasma que se arrastra lastimeramente por la política andaluza. Su falta de voz propia en el contencioso abierto por la financiación catalana es muy ilustrativo. No parece que en este contexto María Jesús Montero pueda ser el revulsivo que necesita el partido. Más bien todo lo contrario, como se ha demostrado desde que fue desembarcada para intentar insuflar algo de fuerza a una organización paralizada. A la travesía del desierto del PSOE andaluz no se le ve por ahora el final, ni tan siquiera un pequeño oasis para recuperar fuerzas. En ese sentido, Juanma Moreno tiene motivos para ver el futuro despejado.
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