Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

¿Desde cuándo nos pasa?

Fuera de la reivindicación de la nostalgia, el paso del tiempo nos ha servido para olvidar el valor que damos al talento

Me dio por asomarme a uno de esos programas que me apetecen ver cuando no tengo ninguna obligación más allá que la de dejar este hueco cubierto con algo medianamente coherente. Era uno de esos revivals que se decía hace siglos, de aquellos que te recuerdan lo que fuiste por si no lo tenías suficientemente claro o por si una catalepsia a destiempo te desanimaba a darte una vuelta por lo que pensabas o por cómo vestías. Desde que a mi mujer le dije que tenía unos pantalones amarillos, me mira de otra forma y desde que me acordé de que me metí en la bañera con agua caliente para que unos vaqueros Lois se me quedaran más pegados, lo hago yo. Otro día les contaré lo de cómo llevábamos los pelos que da para un serial.

Lo cierto es que me quedé hasta el final, y eso que debo tener un tic escondido cada vez que me apropio del mando a distancia, y me dejó peor de lo que estaba cuando empecé a verlo, que ya es decir de un sábado por la tarde tirado en el sofá. Y es que entonces, cuando todavía nos peleábamos por encontrarnos en un mundo diferente al que vivieron los nuestros (siempre lo son) había una pelea por ser originales. No sé qué era, pero era diferente y hasta que no salió el líder de Burning (que empieza a dejar claro que en su época se tomó más de lo que debería) y soltó aquello de que "fuimos lo que quisimos ser" no supe lo que era. Talento y a chorros. Eso es lo que en este país, en una época concreta, nos sobraba y ahora no hay manera de encontrar. Todos son mensajes presabidos, víctimas de la estupidez de lo políticamente correcto y de lo que piensas que quieren oír los que te escuchan. Vale que algunas de las historias de entonces son auténticas pesadillas, que la Movida no llegó a Bilbao, que no todos éramos tan guays (fashion creo que se dice ahora) y que escondía detrás del nombre mucha mediocridad, pero todos desde quienes cantaban (o eso creían ellos), escribían, pintaban o simplemente hablaban, lo hacían por un motivo no tan espurio. Creían que tenían algo que decir y querían hacerlo como ellos pensaban que debían hacerlo.

Después del programa, anunciaron otro sobre una cantante que volvía tras superar una depresión y después de verla treinta segundos, no entendí el motivo de su regreso. Cogí el teléfono y vi a unos que vendían una camiseta con la foto del doctor Simón tosiendo y la leyenda de "me he comido una almendra". Cambié de cadena y me dispuse a ver, otra vez, una temporada de Joyas sobre ruedas. Salí ganando.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios