Más paredes y menos photocall

Sobre los muros de esa sala de apariencia circular estaban los cuadros de Mario Marín de su serie Las paredes. Lo del trampantojo. Lo de la belleza Despejar la incógnita

Exposición de Mario Marín.

Exposición de Mario Marín. / Josué Correa (Huelva)

La semana pasada, una tarde, me pasé por la sala de exposiciones de la Universidad de Huelva, en Cantero Cuadrado. Sobre los muros de esa sala de apariencia circular estaban los cuadros de Mario Marín de su serie Las paredes. Lo del trampantojo. Lo de la belleza. Lo del color y las sombras. Lo de los objetos cotidianos. Predispuesto en un continuum de izquierda a derecha y viceversa. Dándole importancia a lo que no se la damos. El artista lo deja claro en las tarjetas de visita que se encuentran a la entrada de la sala, con un irónico mensaje: empeore su mundo, compre arte. Yo acabé fascinado. Además, tuve la suerte para mí, tristeza para el artista, de estar absolutamente solo en la sala, recorriéndola y parándome sin la sensación de estorbar a nadie. Habitualmente siempre hay gente fotografiándose frente a las obras, tanto que uno no sabe si está en una galería artística o en un photocall. Aquella soledad me dio la oportunidad de sacar muchas fotos con mi teléfono móvil. Eligiendo el ángulo, la luz, la perspectiva… y ahí andan guardadas en la memoria del dispositivo porque extrañamente decidí no compartirlas.

En tiempos de internet y redes sociales, hay una paranoia por compartirlo todo. Si no lo compartes, no lo has vivido, no existe. De manera inversa, hay gente que el único consumo de cultura, eventos y espectáculos, lo realiza a través de una pantalla. Una realidad mellada. Un atisbo. Un prefacio. Estoy convencido de que Stendhal hoy se habría golpeado contra un cristal líquido. O ni siquiera hubiera existido el stendhalazo porque le habrían puesto sobre aviso de aquellas calles de Florencia, de aquellas esculturas y aquella arquitectura, de aquellos cuadros en la galería de los Medici. Nos estamos privando de sorprendernos en la atracción de feria que otorga el día a día. Existen situaciones donde son necesarias, e incluso apetecibles, la incertidumbre y la sorpresa. El imprevisto abrupto. Bienes que aparentan ser subestimados, cuando son joyas preciosas. El pasado viernes lo decía Manolo García en su concierto (¡que alguien me diga qué hace para tener esa vitalidad a sus 68 años!) en el Palacio de los Deportes Carolina Marín, que menos grabaciones, que si las hacemos sean para nosotros o para compartirlas con algún familiar o amigo, pero que más momento, más vivir, y más felicidad de vez en cuando con el móvil guardado en el bolsillo. Así que a salir a la calle, un ratito a pie y otro caminando, a por Las paredes o el motivo que sea.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios