Mediocridad

04 de diciembre 2025 - 03:08

Tras varias semanas ocupándome de otros temas más placenteros, es complicado y tal vez arriesgado abordar los aspectos múltiples y cada uno de ellos especialmente intrincado en la actualidad política de España, cuando desde el momento en que inicias tu artículo hasta que se publica y llega al lector, todo puede haberse vuelto del revés y lo que hoy das por cierto, mañana puede ser distinto o cuando te ocupas de un asunto escabroso o escandaloso, que ambas cosas pueden ser, mañana surge otro más provocador y llamativo. El ciudadano responsable, bien informado y coherente, que cree sentirse respaldado por un Estado de Derecho, empieza a dudar de ello ante acontecimientos, actitudes y decisiones que amenazan su integridad democrática, comprobando que lo que aquí ocurre no sucede ni puede suceder en un país de libertades, justicia y principios auténticamente democráticos.

Son muchos los casos que se nos agolpan como ejemplos de ese estado de confusión y anomalías. Son circunstancias que sonrojan y avergüenzan ante la implacable degradación y putrefacción del sistema, la continua deslegitimación del régimen, el acoso despiadado a las instituciones judiciales, las supercherías de un Gobierno que continuamente pretende despreciar una realidad irrebatible, acusando a sus opositores de creadores de bulos y patrañas o tendiendo trampas que susciten el mórbido odio de muchos, exhumando momias del pasado, como en el caso reciente de Franco. La mediocridad de unos y de otros ha provocado una vez más la histeria nostálgica y delirante de los de un lado y la confrontación, el revanchismo inútil y el rencor patológico del otro.

Y entre tantos desafueros está la actuación del fiscal general del Estado, cuyo fallo judicial ha desatado tantas críticas a los jueces, una intolerable e infamante carga de profundidad contra el Estado de Derecho y contra la separación de poderes, que el Gobierno incumple sistemáticamente y pretende colonizar como lo ha hecho con otras instituciones y órganos consultivos de nuestro sistema constitucional. Y del escarnio que éstas y otras actitudes indignas destaca en la órbita internacional, la desolación en el ciudadano de pensamiento libre que ve cada día más débil e inerme nuestra democracia.

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