Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Una medalla de plata que sabe a oro

España se ahogó en la orilla de una final en que siempre le plantó cara a la muy poderosa Brasil

Final infeliz para una historia tan feliz como ha sido la trayectoria del equipo español en estos atípicos Juegos Olímpicos. No puede esgrimirse que fuese claro el triunfo de Brasil, al cabo España se ahogó en la orilla tras tenérselas tiesas con el que ya era vigente campeón olímpico. Y sí, fue un final amargo y en la tercera prórroga consecutiva, lo que deja bien claro que el equipo español no dejó en mal lugar a quienes le auguraron el oro.

El partido entre dos iguales como son España y Brasil suele estar lleno de idas y venidas. La cita por el oro en el Yokohama fue tal que así, con Brasil cogiendo el mando en toda la primera parte para, tras el gol de Cunha sobre la campana, admitir que España era, como mínimo, de igual poderío. La segunda parte del tiempo regular ya España gozó de más iniciativa y el golazo de Oyarzábal iba a propiciar que el oro se viese como leían los augures, al alcance de la mano.

Y vinieron las alternancias en el juego, con disparos a la madera compartidos, sobre todo en el misil de Bryan que debió ser gol. Se fue a la prórroga, la tercera en poco más de una semana, el oro podía caer de cualquier parte hasta que con España volcada, un balón perdido, cambio de juego que puede con Vallejo y Malcom, una liebre en un bosque desprotegido, ajusticia a España. Nada injusto que ganase Brasil, pero sí doloroso por la forma en que se produjo.

No se pudo repetir la hazaña del Camp Nou ante Polonia hace veintinueve años, pero el papel desarrollado por la selección española es para sentirse orgullosos. Brasil siempre es Brasil y, posiblemente, de decidirse el fútbol como el boxeo, a los puntos, también habría recaído el oro en la canarinha. Y viendo la nómina de selecciones que cayeron antes, bien se hará en coincidir que haber dejado de ganar el oro en la prórroga ante Brasil es para sentirse satisfechos.

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