Visiones desde el Sur

La literatura y sus soportes (II)

La imprenta industrial está teniendo que convivir con un buen número de soportes

Pero… ésta última, la imprenta industrial, está teniendo que convivir hace aproximadamente tres décadas, aunque hasta ahora aguanta el tipo, a mi entender, con un buen número de soportes que por su accesibilidad, su capacidad de almacenamiento, su poco peso y sus reducidas dimensiones, permiten al lector llevar consigo una biblioteca ambulante, bien sea ésta seleccionada por él, escogida entre cánones literarios o, en su caso, si le apetece, optar por la posibilidad de otear una librería mundial, elegir la obra que desee, comprarla a cualquier hora del día o de la noche, en días laborables o festivos, en la lengua que desee y desde cualquier lugar en que se encuentre.

Los cánones literarios no debieran sufrir tampoco con las transformaciones de los formatos, es decir, las obras, mientras que no se modifiquen las traducciones realizadas de ellas, mientras se mantengan fieles al pensamiento del creador, conservan su inmutable calidad, sea el que fuere el soporte que la contenga.

Es cierto que el exceso de información que nos proporciona la red, para los no iniciados en la lectura… en la aventura que supone la búsqueda del saber o del entretenimiento, se hace hoy -si uno no posee el adiestramiento adecuado en formación telemática-, además de la literaria, reitero, mucho más laberíntica -por recordar a Borges y su maravilloso relato La biblioteca de Babel-, mucho más farragosa en definitiva que cuando sólo existía el libro en papel.

Es decir, lo más probable, es que nos sumerjamos en una maraña de obras literarias de superficie o epidérmicas y nos sea muy difícil el localizar, a no ser que la diosa Fortuna nos acompañe, el trazado que nos saque de La Caverna -por rememorar a Platón-, y que nos lleve a ese vergel numinoso, puro e inmaculado, en donde residen, libres, las obras maestras de aquellos autores que caminan imperturbables por la vereda del tiempo, porque supieron captar con su inteligencia y trabajo, o, a veces, por su excentricidad o locura, tanto monta en literatura y hay muchos ejemplos, la esencia del ser humano, y por ello, en los entresijos de sus poemas o de sus narraciones, brillan, relampaguean, independientemente de la época en que vieron la luz sus obras, las metáforas arquetípicas, las alegorías, la simbología si se quiere denominar así, que define al ser humano como un animal racional, con toda la carga de virtudes y defectos necesarios para su completud. (…)

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