Visiones desde el Sur

El laberinto

El mal existe en la condición humana siempre prevalece sobre el bien, solo por el poder

Cuando hace años entré en el Museo Judío de Berlín, se me pusieron los vellos como escarpias. Nunca he visitado un edificio que me haya generado más sensación de inestabilidad, de pérdida de identidad. Pasillos negros, muy largos e inclinados, escaleras que acaban en una pared tapiada, inexistencia de ángulos rectos, habitaciones brunas y de altísimas paredes de hormigón.

Por todos lados el espanto del holocausto, el dolor de la vida cuando no es vida. El sufrimiento del pueblo judío en la piel, en los pelos que se me erizan, en el talante que se me agria… como si llevara cosida en la manga esa estrella de seis puntas, amarilla, que observé en una vitrina: Jude.

Seis millones de judíos muertos: gaseados, tiroteados, su grasa utilizada como jabón, sus cuerpos utilizados para el avance de la ciencia médica, su cosedad. Solo he padecido sensaciones similares al pasear por los campos de exterminio de Terezín en Chequia o el de Auschwitz en Polonia.

Y traigo a colación estos ejemplos, porque, si uno escucha las noticias de acá y de allá, el mal existente en la condición humana siempre prevalece sobre el bien, y solo por una maldita razón: la conquista del poder y la insaciabilidad de los que cosechan dinero, aunque en ese afán recaudatorio mueran millones de personas de inanición, atenazados en bolsas de miseria y rodeados de la destrucción que producen aviones militares, morteros, bombas, y todo el repertorio de artefactos que produce la industria armamentística, una de las más boyantes del mundo.

Qué laberinto el de los dioses, ¿verdad? ¿O es el dinero el único dios sobre la tierra y, por tanto, la reconciliación no es posible y la guerra necesaria?

Y traigo esto a colación, porque, no entiendo cómo, después de lo que sufrieron los judíos, Israel siga hostigando como lo hace a la Franja de Gaza y ocupando territorios ante la pasividad de la comunidad internacional. ¿Cómo puede justificar Israel lo que está haciendo con Palestina? ¿Cómo?, me pregunto. Negocio, debo concluir. Todo es negocio por desgracia, y, a pesar de lo que ocurrió antaño con el pueblo judío, el pasado puede olvidarse si interesa. Me inquiero qué pensaría Primo Levi y muchos otros que sufrieron los tormentos de los nazis, si pudieran visitar en estos momentos Palestina. ¿Qué dirían? ¿Qué escribirían? Ayer vi otra vez El huevo de la serpiente de Ingmar Bergman. Y nada ha cambiado en el mundo excepto los actores secundarios: los que mueren.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios