En Medeazza, muy cerca de Duino, nos dieron a elegir entre el fruto de un olivo o el fruto de una encina. Recordé entonces aquello que aparece en el Libro de Enoc: "Observad y ved como todos los árboles se secan y cae todo su follaje; excepto catorce árboles cuyo follaje permanece y que esperan con todas sus hojas viejas hasta que vengan las nuevas tras dos o tres años".

Luca Giordano es el autor de un cuadro que puede admirarse en el Museo del Prado. Se trata de Turno vencido por Eneas, y fechado en 1688. La obra representa justo el final de la Eneida, la última escena de Eneida, XII. Virgilio relata la venganza de Eneas hacia Turno, en las guerras entre troyanos y aliados contra rútulos y aliados. Eneas estuvo a punto de dejar marchar a Turno, que le pedía clemencia estando herido. Pero contempló que las armas que portaba Turno eran las de Palante, amigo, aliado y protegido de Eneas. Entonces Eneas dio muerte a Turno.

Eneas dudó un instante antes de asesinar a Turno. Antes de tomar la trágica decisión. A lo largo de nuestra vida se nos presentan muchos momentos en los que la duda nos asalta, nos aguarda, nos reclama que tomemos la decisión más acertada. Pero a veces, la duda puede contener un par de buenas elecciones. La duda no siempre es entre el bien y el mal. Puede ser una indeterminación, como dudé entre los frutos de los dos árboles. También aparece en el Libro de Enoc: "Ellos verán arrojar en las tinieblas a quienes han vivido en las tinieblas, mientras que los justos brillarán". El ser humano duda. Dudar es muy común a lo largo de nuestra existencia. Y la duda debe ser aceptada como manifestación verdadera, dudar de nuestras acciones debe llevarnos siempre hacia la verdad, hacia la bondad y la belleza. Debe acercarnos al bien.

Si hay algo de lo que nunca debemos dudar es de la naturaleza. De su grandeza, de su origen, de su indivisibilidad con la propia vida, porque la naturaleza es vida, es verdad. Somos naturaleza y de ella provenimos, en ella vivimos y en ella permaneceremos siempre (Memento, homo, quia pulvis es et in pulverem reverteris). Aún sigo con la duda. O el fruto de un olivo o el fruto de una encina. No he sabido elegir. En Medeazza la mayoría de las personas hablan esloveno, apenas he podido comunicarme con ellos. El olivo es un árbol sagrado, representa la paz, la luz, la victoria. La encina también es un árbol sagrado, símbolo de Zeus-Júpiter, de la solidez, de la fuerza, de la justicia. Al final la duda se convierte en elección. Me quedo con los dos frutos.

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