Paso firme

Ana Vives Casas

anvives@huelvainformacion.es

Sin ideologías ni matices

Hlo recuerdo como si hubiera sido ayer. En una de mis primeras prácticas, salí a la calle para preguntar a la gente su opinión y recabar información sobre un asunto que ahora no recuerdo y que tampoco viene al caso. Fueron muy amables conmigo y eso siempre se agradece cuando estás empezando; te da ánimos e incluso confianza. Pero la emoción duró poco y se esfumó de pronto porque me cayó una losa encima. Habíamos terminado la conversación y los protagonistas se dirigieron a mí como "la presentadora" mientras que a un compañero que me acompañaba le decían "el periodista". ¿Qué quieren que les diga? No es más que un ejemplo de esa igualdad ficticia a la que ahora todo el mundo se apunta y, por desgracia, quiere llevarse a las ideologías.

La igualdad no tiene siglas, ni tampoco adjetivos. Ni siquiera género, porque es una cuestión de hombres y mujeres. El feminismo, que se define en el Diccionario de la Real Academia como el "principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre", tampoco tiene matices. Quien lo quiera adjetivar pierde la oportunidad de que sea una defensa de todos. Y mientras tanto, y como esta semana se ha vuelto a comprobar, se sigue perdiendo el tiempo en discusiones absurdas que dejan al margen todo lo mucho que queda por hacer.

Sólo un tercio de las mujeres recibe una pensión, sólo dos de cada diez mujeres apuestan por carreras de Ingeniería, el 70% del empleo temporal es de mujeres, la brecha salarial deja 5.000 euros más al año en la nómina de ellos en Huelva... Y lo peor, aún es normal que caminemos deprisa por la noche, con el móvil en la mano y mirando a todas partes hasta llegar a nuestro destino y respirar.

Romper esa situación es feminismo. Lo demás, hay que llamarlo de otra forma. La solución (y el problema) parte de la educación. A las niñas se les induce a querer ser profesoras y enfermeras, pero no científicas, astronautas o bomberas...

El otro día escuchaba la opinión de niños sobre esta realidad y sorprendía su agudeza y sobre todo cómo asomaba en sus respuestas el poder del adiestramiento. Para ellos el feminismo depende de lo que ven (y escuchan) en su familia. Lo definían desde "que las señoras en los bancos cobren lo mismo que los hombres" a que "la mujeres no tengan que ser las únicas que cuiden a los abuelos".

Yo nací en minoría, pero créanme que eso no lo percibí hasta más tarde. No fue una carga ser niña ni adolescente porque en casa, el trato que recibí fue el mismo que el que tuvieron mis hermanos. Ellos ponían la mesa, la quitaban y fregaban como lo podía hacer yo o cualquiera de mis hermanas, siempre que la edad lo permitiera; eso fue por lo único que hubo distinciones cuando yo era pequeña. Tuve la misma educación que ellos, la misma libertad para elegir entre estudiar o no una carrera, para decidir qué profesión quería ejercer. Las mismas oportunidades que ellos para poder llevarlo a cabo.

Entonces nunca pensé que el tiempo me arrebataría esa igualdad que ni siquiera había percibido porque para mí era algo normal. Ojalá algún día pueda contarles lo contrario.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios