El Malacate

Javier Ronchel

jaronchel@huelvainformacion.es

Un hallazgo asombroso

Hay una deuda que todos tenemos de reencontrarnos con nuestra provincia y devolverle la vida

Soy de pueblo. Aunque naciera en la capital, en La Merced, soy de Tharsis. Allí me crié y de allí me quedó esa impronta especial que da el Andévalo. Seguramente pocos sitios hay que proporcionen, como éste, un profundo sentido de pertenencia a la tierra. A la comarca y a la provincia.

Tuve la suerte de tener maestros de la zona, como Mario o José María, que nos introdujeron en las costumbres del terruño y en su historia, la nuestra. Aprendimos a conocer y a valorar nuestro entorno, al margen de aquellos manuales de Anaya. Y así, en las aulas potenciaban lo que ya de por sí te da crecer en un pueblo. Éramos andevaleños ante todo, y onubenses de una provincia de la que igual aprendíamos con diez años qué era eso del Año de los Tiros, como los pueblos de cada comarca: Costa, Condado, Andévalo y Sierra. Ni una más.

Muchas veces han recurrido a éste de Tharsis para saber dónde situar uno u otro pueblo en una provincia que parece más lejana que nunca, aunque ya llevemos siempre un mapa en el bolsillo. Y uno comprueba que Huelva, su provincia, es una gran desconocida para la mayoría de los onubenses, por más que visiten sus playas o pasen fines de semana en la Sierra. No saben lo que se pierden. Nos esforzamos tanto por viajar a sitios recónditos y seguimos sin saber lo que tenemos en casa. Comentamos entre cervezas el último restaurante que hemos descubierto en el Algarve pero desconocemos dónde comer en Castillejos.

No reniego de Portugal, ni del pasaporte y el avión, pero recuerdo bien las excursiones de domingo que de niño se organizaban en casa y nos acercaban un poco más la tierra, aun con la excusa de seguir los partidos del Tharsis, recorriendo media provincia en un 1430.

Quizá ahora, acabado el verano, a las puertas de un otoño aparentemente gris, sea un buen momento para descubrir (o redescubrir) nuestras comarcas y pueblos. Para encontrar nuevos sitios donde comer, tomarnos un café con dulces o hacernos fotos con paisajes increíbles para Instagram. Hay una deuda que tenemos todos los onubenses de reencontrarnos con la provincia -sobre todo el Andévalo-, de apreciar de verdad lo que tenemos, por encima del discurso del jamón y las gambas. En nuestras manos, las de todos, está devolver la vida a esa Huelva vaciada de la que se habla. Nadie mejor que nosotros para ser prescriptores de nuestra tierra. Y eso se logra conociéndola y descubriéndola. Apuntémonos a ese hallazgo asombroso este otoño.

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