Cambio de sentido

Las fresas agraces

La reacción más cobarde ante la libertad sexual de las mujeres es la agresión verbal o física, sutil o sonada

Nothing, es decir, nada. Así llamaban en inglés isabelino -leo en el último libro de la poeta Erika Martínez- a lo que ellas tenían entre los muslos. En casa no somos tan finas y, en vez de nothing, las abuelas llaman a todo el conjunto "el culo". Pura metonimia. Absorta en estas cavilaciones estaba cuando la voz de la ginecóloga, que me estaba haciendo una eco, me hizo abrir los ojos. "Mira -me dijo, señalando la pantalla-. Lo que ves en este ovario es el folículo del óvulo que blablablá…". De pronto, caí en la cuenta: a estas alturas de la vida, me comportaba como si aquello no fuera asunto mío. Si la doctora no me lo hubiera pedido, quizá nunca se me hubiera ocurrido fisgar en la pantalla. (Con qué soltura, en cambio, suelo escrutar los resultados de una analítica). En cierta medida -a pesar de todo el camino que, también piel adentro, hemos avanzado-, nada sigue siendo el nombre que, a poco que nos descuidemos, le damos al misterioso y coubertiano origen del mundo.

"Grito ¡Nada! y el eco dice ¡Todo!", decía José Hierro. Algo de mucha importancia, de todo, debe de albergar eso que llamaron nada para que tantas cosas a lo largo de la historia hayan girado en torno: la honra, la pernada, la virginidad, la apropiación, la prostitución, el poder… Hoy día, hay quienes siguen sin asimilar esto de que las mujeres seamos dueñas de nuestro sexo. "Puta" es lo más bonito que algunos -hombres y mujeres- dicen de la muchacha que, sin dañar a nadie, fuelga tan campante con quien gusta y como guste. "Estrecha" o "frígida", como poco, a la que responde no. Ya se cuestiona -parió la abuela- hasta a la que elige no conocer varón ni hembra, o sólo a una o a uno. La reacción más cobarde ante la defensa y el ejercicio de la libertad sexual de las mujeres es la agresión, también sexual; el ataque, verbal o físico, sutil o sonado, puntual y cotidiano. Para las mujeres y hombres de bien todo esto preocupa, y mucho.

En Huelva han brotado las fresas agraces. Braceras españolas y forasteras han denunciado a tres manijeros por abusos sexuales. Antiguamente, se sentían en el pueblo muchas cosas que pasaban en los campos y cortijos. "La pisan los caminantes/ la retama en el camino…". Ya saben cómo seguía aquel cantar. No se denunciaba, y la nada se hacía cada vez más nada, y las nadies cada vez más nadie. Celebro la respuesta de la Junta, la Fiscalía, ONG, medios de comunicación y la opinión pública andaluza ante este caso. Hágase la luz.

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