Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Más frágil de lo que pensábamos

Menos mal que este año iba a ser mejor que el anterior. Los acontecimientos del Capitolio en Washington, son un tristísimo recordatorio de que más nos vale hacer un hueco a nuestra capacidad de sorpresa, porque esto no se ha terminado. Un país que no conoce otra forma de gobierno que la democrática, se ha parecido a Ucrania, Taiwan o pongan ustedes el nombre de cualquier nación poco seria que se les ocurra. El problema va mucho más allá que el de tener a un necio, millonario, palurdo y analfabeto al mando de una nave muy compleja, cuyas decisiones nos afectan a todos. Esto va de los mismos fundamentos del sistema en sí mismo.

Y es que la democracia es mucho más frágil de lo que imaginábamos. Cada vez que normalizamos discursos del tipo, "este es un gobierno ilegítimo", "tienen las manos manchadas de sangre" o "gobiernan con terroristas" e incluso mucho más cerca "el fascismo entra en las instituciones" o "pactan con los herederos del franquismo" o cuando se escucha afirmar repetidamente que "en Cataluña hay un golpe de estado" o que "en el País Vasco se enseña a ser enemigos de España" y más recientemente cuando se escucha a cargos públicos defender que van a hacer todo lo posible para que una ley aprobada en el Parlamento no se aplique, estamos más cerca de lo que creemos de lo vivido en Estados Unidos. Si a eso se le añaden los empeños de ciertos personajes, en activos o retirados por su propia inopia política, tenemos el terreno abonado para que algunos sostengan que para sanear el país es necesario fusilar a 26 millones de personas y falta que alguno más descerebrado todavía, se le ocurra ponerse a la tarea.

La crítica es saludable. Sin salir del país de Lincoln, la primera de las enmiendas de su Constitución defiende el derecho a la libertad de expresión como pilar fundamental de la misma. No obstante, habrá que recordar lo básico, que las leyes nos incumben a todos, que éstas se aprueban por el Parlamento, cuyos representantes los elegimos todos en unos comicios controlados y regulados por jueces y leyes. Fuera de eso no cabe nada, absolutamente nada.

Bien haríamos en comenzar el año con el firme propósito de rechazar de plano cualquier intento, no ya de subvertir el orden constitucional, sino de coartar sus mismos cimientos. El garrulo disfrazado de indio y con unos cuernos de cabestro que lo definen a la perfección, se parece demasiado a personajes cuya idea es hacer algo parecido. El asalto a un Parlamento elegido democráticamente es un asunto tan grave como para preocuparnos a todos. De no hacerlo no estaremos tan lejos de una barbaridad que nos tiene tan perplejos como asustados.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios