Atrás quedaron los golpes de pecho y las tertulias de taberna para todos aquellos capaces de diferenciar un laboratorio de otro, una vacuna alemana, americana, rusa o china. Menos de lo previsto dado el enorme reto de logística que supone, pero poco a poco a Huelva llegan esas dosis que antes sólo escuchábamos en los programas de televisión. Poco a poco iremos vacunándonos todos. En cada uno de esos frascos, pequeños pero enormes, va el regreso a nuestra vida de antes. Son oro en paño.
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