Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Un drama
El Malacate
HAY en España una deformación normalizada por la que los dos grandes partidos políticos se apropian indebidamente del Gobierno de España, y de todos los gobiernos en general, sean de ámbito autonómico o local. Hablan ambos de “nuestro Gobierno” o de “su Gobierno”, de lo que hicieron cada uno de ellos, de lo que deben avergonzarse o presumir esos gobiernos, en plural… Y nos arrastran con su dialéctica a los demás, que también distinguimos entre un Gobierno y otro, según las siglas y colores, olvidándonos completamente de que Gobierno sólo hay uno, libre y democrático, de todos los españoles, de los andaluces y los paisanos de cada provincia y municipio.
Aquí en España se arrogan la propia identidad de la institución, pero el Gobierno de España es uno. Lo debemos tener claro. Para todos. Nos gusten o no en diferentes momentos sus decisiones, pero siempre es el mismo. Y con el paso de los años, todo lo que hace u omite le define ante la ciudadanía.
El Gobierno de España ha ignorado sistemáticamente durante décadas a la provincia de Huelva. Cualquier atención o inversión recibida en los últimos años se ha centrado en aspectos secundarios o ha llegado a destiempo, con muchos retrasos y no siempre de la forma en que debería, tras años de demandas.
Por eso, cuando decimos maltrato tiene su fundamento en una comparativa con el resto del país, del que siempre sale muy mal parada esta provincia. Es el agravio perpetuo del Gobierno, en distintos años y épocas. Una realidad constatable a lo largo de los años.
Se ve en inversiones, obra pública, dotaciones, e incluso atención y cariño, que no tienen por qué ir parejos al peso de la población, como también nos muestra el propio Gobierno, que debería corresponder de oficio las necesidades y grandes oportunidades de desarrollo que tienen algunos territorios como el onubense.
Lo de las inversiones en Huelva es una cuestión de Estado, no de partidos políticos
La Alta Velocidad Española, el AVE, es una muestra paradigmática de ello, como nos duele recordar constantemente en Huelva. En este país de los 4.000 kilómetros de líneas de alta velocidad, al que sólo supera China en el mundo, como se vanagloria el Gobierno, no han podido incorporarse todavía a esa red nacional tan fabulosa los apenas 100 kilómetros que enlazarían Huelva con Sevilla. Sólo un 2,5% de lo que que ya hay hecho. Ni aunque hace 32 años ya existiera en nuestra ciudad vecina, a través de la que esta provincia onubense pretende salir al mundo de la vanguardia ferroviaria de que disfrutan los demás, e incluso unirla con Portugal.
En ese tiempo transcurrido se han sucedido promesas, compromisos, tramitaciones, maquetas y proyectos incumplidos desde el Gobierno de España. Por eso cansa en Huelva seguir escuchando lo de “este Gobierno” y “el otro”, el Gobierno del PP y el del PSOE; o el de Pedro Sánchez, por si es distinto del anterior. Y ofende a los onubenses que entre reproches y demás excusas, sigamos pendientes de que se hable de lo nuestro, del tren que queremos, que es el que necesitamos, el AVE, sí.
Ambos partidos son corresponsables del Gobierno de España, y ambos deben asumir su culpa en la condena que cumplen los onubenses hace décadas. Los dos deben ponerse de acuerdo y dar una solución a quienes lo requieren de tan largo tiempo. Porque es una deuda del Gobierno, y eso no debe depender sólo de quienes se sientan en unos sillones azules durante cuatro años. Lo de las inversiones en Huelva –con el AVE en punta de lanza simbólica– es una cuestión de Estado, no de partidos políticos. Seguimos hablando de trenes pero también vale para hospitales, carreteras, aeropuerto, museos u obras hidráulicas, entre otras reivindicaciones pendientes más.
Deben acabar los enfrentamientos y afrontar los asuntos que interesen a la ciudadanía, como éste, que terminaría con agravios, colmaría necesidades y respondería a promesas pasadas, corrigiendo errores del Gobierno en diferentes épocas. Porque no son diferentes Gobiernos ni partidos, es uno solo y con una deuda contraída hace mucho tiempo con Huelva.
Mucho humo se ha vendido aquí estos años como para dar crédito a cualquier cosa que ahora se diga
Tampoco debería haber necesidad de explicar a nadie –y menos al Gobierno– que una provincia como ésta no puede quedarse al margen de esos 4.000 kilómetros de vías para trenes de alta velocidad. Tiene todo el derecho a no quedarse atrás, estancada en su desarrollo, sin una infraestructura que es orgullo del Gobierno por modernidad, garantía de servicio público de calidad (así debería ser), de competitividad y avance económico en los territorios, de sostenibilidad en el transporte y apertura a una Europa que ahora sigue a esta potencia ferroviaria mundial que es España. De eso presumen.
Pero de nuevo vemos cómo el AVE a Huelva sigue en el limbo. Nada sabemos de si llegará. Ni cómo lo hará ni cuándo. El desconocimiento es total, por más que se reclame información al Gobierno, para el que los trámites se pierden en los tiempos.
Esta semana se ha dicho desde el Gobierno que no renuncia a la línea de alta velocidad Sevilla-Huelva, que de hecho está trabajando en ello, con tramitaciones en curso, también contemplando “alternativas más rápidas y menos costosas” que no se pondrán en marcha “sin el consenso con el territorio”, decía el ministro de Transportes el martes.
Pero esa comparecencia de Óscar Puente ha despejado pocas dudas y siembra algunas más. Dice que se está “tramitando el correspondiente Estudio Informativo”, sin que se explique qué ha ocurrido con el aprobado en primera instancia en 2018 y definitiva en 2020, remitido el 30 de junio de ese año al Ministerio para la Transición Ecológica para la obtención de la Declaración de Impacto Ambiental (DIA). En ese limbo sigue desde entonces el tercero de los estudios informativos de la línea de alta velocidad Sevilla-Huelva, tras los de 2002 y 2008, con caducidad de una primera DIA para el segundo. El ministro de Transportes habla ahora de un cuarto informe. ¿Por qué? ¿Para qué? Y habla de alternativas (¿las lanzaderas que iba a proponer aquí en junio?). Y de consenso con el territorio.
Ese es el quid de la cuestión, consenso. Y para ello es necesario que el Gobierno asuma su responsabilidad de la situación actual tras años de decepción a los onubenses. Y que los dos partidos que son partícipes se pongan de acuerdo sin más enfrentamientos ni comportamientos insultantes, como hubo en el Senado del propio Gobierno.
Mucho humo se ha vendido estos años, demasiado como para dar crédito a cualquier cosa que ahora se diga. Sólo tendrá el favor de los onubenses cuando venga acompañada de una licitación o de un comienzo de obra, que tampoco es garantía de nada. Otra cosa es templar el ánimo, bajar el tono y tener altura política para sentarse a hablar y empezar a dar soluciones válidas. Se lo debe el Gobierno a Huelva. Y es cuestión de Estado, no de política partidista. Empecemos con el AVE y sigamos con lo demás. Por desgracia hay para mucho.
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