Descaro

16 de octubre 2025 - 03:06

Es lógico que el español formado y bien informado, coherente y ponderado, dueño de su responsabilidad ciudadana, vea cada día con mayor alarma y desconcierto, las actitudes de un Gobierno, que en una oleada de acusaciones, numerosos indicios y sospechas, no sólo las rechaza sin dar explicaciones y contestar a las preguntas de la oposición, sino que responde con esa jerga que ya se ha hecho habitual en el ejecutivo: que son bulos, máquina del fango, desinformación, falsedades de pseudomedios - ¿qué es un pseudomedio? -. y otros epítetos despectivos. Así vemos como nuestros mandatarios cada día demuestran como la verdad y la mentira se conjugan arbitrariamente en sus opiniones y decisiones. Lo que hoy es blanco, mañana puede ser negro y viceversa.

Pedro Sánchez juró y perjuró que un Gobierno con Podemos le quitaría el sueño y nombró vicepresidente a Pablo Iglesias, gobernando con su apoyo. Lo mismo dijo de Batasuna, Bildu ahora, y no lo cumplió. Afirmó rotundamente junto al coro de sus ministros, que la Amnistía era inconstitucional y la auspició para que Puigdemont le apoyara incumpliendo su promesa de ponerlo en manos de la justicia por su delito de sedición e intento de golpe de Estado. Ha terminado mendigando sus votos mediante emisarios de dudosa integridad política y moral: Cerdán, hoy en la cárcel, y el nefasto Rodríguez Zapatero, metido en viscosos enjuagues, correveidile a beneficio propio.

Muchos más problemas y complicaciones se suman en el haber del Gobierno, que sometido a los chantajes de sus socios de legislatura y partidos que le apoyan, ¡por fin!. ganó unas votaciones, aunque una fuera tan tramposa, falsa e inservible como el decreto sobre el embargo de armas a Israel, después de que la inefable manipuladora, Ione Belarra, apostrofara con las peores amenazas y denuestos, propios de la doblez e hipocresía de su casta, el bloqueo al gobierno israelí, sabiendo que no sirve para nada y es producto de un cínico postureo del que son cómplices todos cuantos lo apoyaron.

En este indeseable círculo de desgobierno y mediocridad muchos españoles se preguntan si merecen un presidente que no contesta a las preguntas y responde con intolerable descaro, despreciando la soberanía popular representada en el Congreso..

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