Visiones desde el Sur

Por derecho (III)

El candidato ha tomado un camino que parece sin retorno y desea pactar con un grupo independentista

Dicho lo anterior sobre los herederos legítimos del franquismo, que ya no están tan agazapados como lo estuvieron desde la aprobación de la Constitución de 1978 hasta ahora, sino que han conseguido entrar, democráticamente hay que decir, tanto en el parlamento nacional como en el de algunas comunidades autónomas, diputaciones y ayuntamientos, personificados en ese acrónimo de tres letras que me niego a pronunciar -porque no estoy dispuesto a hacerle publicidad alguna-, pasemos a lo que de verdad importa en este momento en España, que no es otra cosa que la conformación de un gobierno estable, o lo más estable posible habría que decir, para un tiempo venidero que en lo internacional se antoja quebradizo y vacilante, y uno tiene la amarga sensación de estar sentado en el borde de un precipicio o encima de una bomba de relojería sin saber cuánto tiempo tardará la espoleta en ser retirada y mandar al carajo multitud de derechos conquistados en base a una legislación respetuosa con la Declaración Universal que trata sobre los mismos.

Manuscrito lo anterior, hay que preguntarse si el camino escogido por el presidente en funciones del Gobierno, para solucionar la ingobernabilidad de España parece el idóneo o no, o habría otras soluciones antes que la definitoria marcada por el inquilino de La Moncloa. Y haberlas las hay, claro que sí, pero, el presidente y ya candidato, desoyendo las voces que le llegan de muchos sectores del país e incluso de personas relevantes de su propio partido, con las que estoy en completo acuerdo, el candidato, decía, ha tomado un camino que parece sin retorno, y desea pactar sí o sí con un grupo parlamentario cuyo objetivo es la independencia de una parte del territorio de España. Algo inconcebible y, bajo la lupa de quien escribe esta columna, un error mayúsculo que tiene más que ver con su presente (el de él) y no con el pretérito ni mucho menos con lo que debiera ser el devenir y los intereses de España y el de su propio partido. Se equivoca el inquilino tal que la paloma de Rafael Alberti se equivocaba; pero, parece que no está dispuesto a indagar otros caminos posibles. La razón que esgrimen quienes les secundan es que hay que parar a la ultraderecha. Bien, es una razón que comparto, pero no precisamente dándole alas al independentismo, no. Ese no es el camino, reitero. Porque parafraseando al poeta gaditano ni el trigo es agua, ni el mar cielo ni la noche mañana. (…)

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