Partamos de una premisa tan impopular como incuestionable: El Recre mientras esté en Segunda B va a perder dinero todos los años. No hay otra (abro paraguas). Le pasa al Decano y todos los clubes de la categoría que están o aspiran a estar del décimo hacia arriba en términos de clasificación tradicional. Muchos por debajo de ese puesto también palman dinero año tras año. En todos los casos le toca al propietario arrimar el hombro un ejercicio y el siguiente. Podemos preguntar en Cartagena cuánto han gastado play-off a play-off hasta lograr el ascenso a Segunda División. Habrá quien echando números piense que hasta saldría más barato comprar un club ya en la LFP. En el caso albiazul se añade una pesada losa de 1,5 millones de euros al año de deuda anterior. El Recre cuando levanta la persiana en julio ya debe casi tanto como es capaz de generar por sí mismo. Por sus propios recursos no llega al mes de octubre. Así, mientras no logre cerrar el agujero o consiga un ascenso va a necesitar el sostén de su dueño para vivir.

Las cuentas que hoy se conocen arrojan un saldo negativo de 1,1 millones de euros. No es una buena noticia. Ninguna sociedad que pierde dinero puede presumir de ello. Ahora bien, el 18/19 supone el tercer ejercicio de reducción de las pérdidas, con incremento de ingresos y con un anticipo de la próxima temporada con un descenso del 50%. A pesar de ello no es suficiente para esta odiosa Segunda B. ¿Queremos mantener una entidad centenaria, seña de identidad de la ciudad y que trasciende lo deportivo? En ese caso le toca al Ayuntamiento como dueño responder. Si le pedimos que ejerza como tal debe hacerlo con todas las consecuencias, incluido el respaldo económico para tapar el déficit estructural de la categoría. No se puede ser dueño los días impares y vivir de perfil los pares, máxime cuando hablamos de un BIC cuya conservación es obligatoria. A los gestores hay que pedirles que se partan la cabeza para aminorar las pérdidas, busquen los recursos debajo de las piedras y consigan que el desequilibrio sea el menor posible. Pero tal y como está diseñada hoy la Segunda B le toca al dueño cubrir el resto, sea quien sea.

El problema en el Decano es que el propietario no es ningún presidente o sociedad que aporta su capital o el que dice que es suyo (otra máxima que hay tener presente es que en el fútbol nadie tira el dinero salvo que sea del propio club ni lo gasta si no tiene la intención de recuperarlo). Surgen dilemas morales totalmente respetables de quienes ven con malos ojos las ayudas al club, pero también hay debates interesados. La realidad es que tres intentos frustrados de venta después, no hay otro dueño que el Ayuntamiento. Hay que elegir entre tener Recre o no. Si queremos un Decano vivo habrá que asumir lo que implica.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios