Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

El circuito del dinero tiene muchas fugas

El fútbol está viviendo en una burbuja que puede tener fijada la fecha de caducidad

Desorbitadamente disparatado está el fútbol de la hora y nada extrañaría que estuviese viviendo en una burbuja artificial que podría explotar en cualquier momento. Bastaría que las plataformas televisivas dijeran hasta aquí hemos llegado para que el panorama virase ciento ochenta grados. Futbolistas increíblemente sobrevalorados y un puñado de moscas acudiendo al panal de rica miel conforman el universo de dicha burbuja.

Y que conste que el fútbol profesional en España está coherentemente dirigido por muchas muestras de protesta que surjan en los estadios en demanda de la expulsión de Tebas. Indudablemente, la dirigencia actual ha restablecido cierto orden en la administración interna de los clubes, pero no tiene recursos ni competencias para cortar la sangría que hace que una ingente cantidad de dinero del fútbol salga del fútbol rumbo a manos de personal ajeno a la obra.

Ajeno a la obra o, más bien, personal pegado a esa obra como sanguijuelas. Y es que cuando se revisan las operaciones de compraventas da grima ver cómo el dinero se va a raudales en comisiones. Paga comisión el que vende, el que compra y cobra todo el que pasa por allí para que la operación se vaya a cifras indecentes. Antaño no había representantes de jugadores, por lo que el dinero del fútbol se quedaba en un circuito herméticamente cerrado, sin fuga alguna, o muy pocas.

Llegaron los representantes con la abolición del esclavista derecho de retención y cierto es que su aparición resultó ciertamente beneficiosa para el jugador. Contribuyó también la expansión económica del ramo, pero de lo que no cabe duda es que esa expansión se expandió en progresión geométrica con la aparición del representante. El colmo fue cuando surgieron intermediarios en tropel para que el presunto goleador costase mucho más de lo que debiera. ¿Cuánto durará?

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