La cantonera

Pedro Cintado García

El caballo y los curas

Preciosa sangre en su salida en la Cuaresma de 2011.

Preciosa sangre en su salida en la Cuaresma de 2011. / Alberto Domínguez

Imagino que todos habéis escuchado hablar sobre la iniciativa de la Hermandad de la Redención donde nos indica que uno de sus sagrados titulares, el Cristo de la Preciosa Sangre, procesionará por las calles de Huelva dentro de pocos Domingo de Ramos, día en que la hermandad realiza su tradicional estación de penitencia.

No sé si ustedes tienen la misma impresión que yo porque, desde siempre, la ejecución de la talla de dicha imagen me ha llamado poderosamente la atención. A mi entender, es de lo mejor que ha realizado Elías Rodríguez Picón para la Semana Santa de nuestra ciudad. Además, me parece una imagen con mucha unción y que de forma natural, provoca gran devoción a quien la admira, tal como ha sido mi caso.

Son muchas las veces que por un motivo u otro, he tenido muy a mano la posibilidad de visitar y rezar al Cristo de la Preciosa Sangre. Primeramente cuando estaba en la capilla de la Hermandad del Rocío, pasando años más tarde por la iglesia de las Agustinas, después por el antiguo templo de la parroquia de Cristo Sacerdote y ahora en las nuevas y magníficas instalaciones parroquiales. De ahí viene mi cariño y respeto con el que trato a la imagen.

Debo decir que la noticia de su próxima vuelta procesional oída por su inquieto y activo hermano mayor, al que respeto y aprecio bastante, me ha causado alegría y desconcierto a la misma vez, porque muchos estábamos deseando escuchar esta noticia. Estoy seguro que la poderosa imagen atraerá a los cofrades que aún no la conozcan, aumentando su devoción y recordando la pasión que sufrió nuestro señor Jesucristo que, en definitiva es para lo que, durante estos días que vienen, las cofradías sacamos nuestras sagradas imágenes a la calle. No me cabe la menor duda de que al llevarse a efecto esta nueva posibilidad procesional, dejará de ser la gran desconocida para muchos.

Por este motivo no creo que haya que buscar otro gran reclamo escultórico para potenciar una posible escena de misterio en la que ya existe la certeza de que la figura del Señor lo puede llenar todo con su fuerza y grandeza.

No dejemos invadirnos por modas alejadas de la verdadera fe, ni prestar más atención a elementos secundarios que puedan protagonizar la escena a representar. Ustedes, audaces lectores, saben perfectamente a qué me refiero aunque el costal nos tape los ojos. En nuestra Semana Santa ya tenemos históricos ejemplos como: Los judíos, La borriquita. … Y ahora, nos viene el caballo.

Sí, el caballo porque pretendiendo hacer la casa por el tejado, la primera noticia que conocemos es que el misterio llevaría un caballo. Posteriormente se vería cómo encajar al resto de imágenes. Y ahí es donde, a mi entender, creo que se ha originado este polémico debate, dividiendo a los "opinadores cofrades" que refería una compañera de opinión de este medio en un reciente artículo. Algunos pueden ver en "El caballo" la oportunidad de recrear su amplio repertorio y dotes escénicas bajo un paso e incluso darle una "nueva vida" a la hermandad. Otros ven como el Señor, principal protagonista del misterio, puede perder fuerza simbólica y expositiva, atrayendo a "nuevos hermanos" menos interesados en proyectar la devoción de la imagen principal.

Mientras tanto, la Delegación Diocesana para el Patrimonio Cultural del obispado ha dicho que aquí están ellos para algo y ha paralizado el proyecto artístico, con la intención de estudiar una nueva interpretación. Tal como han hecho con otro proyecto procesional de similares características en otra hermandad. Lo peor es que estas circunstancias han sido aprovechadas para hacer una crítica dañina y desafortunada al señor obispo.

Yo también he sido joven y por lo tanto atrevido a la hora de exponer públicamente mis pensamientos cofrades y en una época en la que predominaba el escaso entendimiento de la jerarquía eclesiástica en torno a las cofradías de mi postconciliar juventud. Quizás la edad y la experiencia adquiridas me permiten analizar de forma diferente la nueva situación, teniendo bien claro que el apoyo actual a la religiosidad popular y la complicidad de la jerarquía eclesiástica de ahora, nada tiene que ver con lo vivido en épocas pasadas y quisiera resaltar el valor que está actitud actualmente corresponde pidiendo que cuidemos a los nuevos gestores eclesiásticos, tal como oportunamente también ha solicitado la hermandad.

Por todo lo expuesto anteriormente, tras analizar los diversos aspectos tratados, si tuviera que decidirme o posicionarme por uno de los lados de la balanza, sin duda alguna me pondría en el lado de los que han sabido poner algo de orden en este asunto. En esta ocasión concreta, del lado de los curas.

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