El lado bueno

El arte de escucharlo todo

Hablemos en susurros, escuchemos más y gritemos menos: seguro que nos irá mejor a todos

Si eres de las personas que para poder dormir le ha quitado alguna vez las pilas al reloj de la cocina, eres de los míos. Sé de uno que cogió unas tijeras y le cortó el péndulo al reloj de pared del salón: no pudo aguantar más, era él o el reloj. Y ahí se quedó: da la hora bien dos veces al día, para qué más.

Mi novio se compró un reloj que suena a veinte metros de distancia. El tic tac del segundero lo oigo cuando viene subiendo en el ascensor: antes de que llame al timbre ya le he abierto la puerta. El tic tac se me clava en el cerebro y va perforando segundo a segundo mis ganas de estar a su lado; me recuerda que el paso del tiempo es inexorable, irreversible e implacable. Todo lo que empieza por "i", como mi irritación.

Amo el silencio, amo a las personas que hablan bajito, amo a los que se levantan y no arrastran la silla al ponerla en su sitio. Amo a los que cierran la puerta sin dar portazos y amaría a los camareros si apilaran los platos sin hacerlos chocar como si se acabara el mundo. Amo a los gatos porque no ladran, amo el ambiente en las bibliotecas, amo caminar por la noche cuando todos duermen y el amanecer con las calles vacías. Amo los susurros y los secretos al oído. Lo único que admito en tonos altos es la risa, el placer, el rock, el blues, la música clásica, el butanero y cuando gritan mi nombre para avisarme de que la comida está hecha y en la mesa.

¿Cuántos divorcios han causado los ronquidos? La Asociación Británica del Ronquido y la Apnea del Sueño asegura, tras los estudios realizados, que la vida en pareja y los ronquidos son incompatibles ya que producen más irritabilidad y más separaciones incluso que los celos: un diez por ciento de las causas de divorcio.

¿Sabes que se puede morir antes por falta de sueño que por falta de comida? Ahora entiendo lo de los divorcios: es elegir entre la vida o la muerte. Diversos estudios revelan que dormir menos de cuatro o cinco horas al día aumenta un 12 por ciento el riesgo de muerte. Así que cuando conozcas a alguien, después de preguntarle por su comida favorita le preguntas si ronca: así te ahorras una separación y te aseguras el sueño.

Tengo muy buen oído, pero no creo que sea un don. A mí me encantaría quedarme dormida en un autobús, en el tren, en un avión, en la playa... Yo escucho al niño de la sombrilla de al lado que no se quiere comer la fruta. En el bus, estoy pendiente de la mujer del asiento de delante que se ha quitado los zapatos. En el tren veo la maleta que me la han movido de sitio y en el avión me leo el protocolo de emergencia y cuento las puertas por si hay problemas... ¡Es un sinvivir! Yo quiero ser el típico chico que le ponen el cigarrillo en la boca mientras duerme, le hacen fotos y no se entera de nada."Y fue su silencio el que me dio todas las respuestas". Vïctor de la Hoz.

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