La anormalidad del desempleo

Más de 700.000 personas podrían atravesar la delgada línea que va desde el desempleo a la pobreza

La nueva normalidad suena a ¿veremos cómo encajamos el golpe? Aunque se sueña con una vacuna salvadora que borre de nuestra memoria estos cuatro meses malditos, y aunque cada información de rebrote nos activa el retrovisor del miedo, los efectos psicológicos y sociales del "palo" que hemos recibido son impredecibles.

Nada está escrito anticipadamente , eso nos ha demostrado la Covid-19, por lo que debemos estar atentos a la adaptación que vayamos a realizar como humanidad, y como sociedad española en particular.

Hemos incorporado el Ingreso Mínimo vital al nuevo relato, y eso está bien, es un síntoma de que se puede escribir en otras claves. Pero en el aspecto del desempleo nada parece nuevo, más bien ahondamos más en una nueva normalidad dual para los que conservan el empleo, por un lado, y para pobres en desempleo o con trabajos precarios por otro, y eso sería una anormalidad en toda regla que nos condenaría a todos. El virus del desempleo ibérico sí que estaba antes ahí, no es nuevo.

Una de las verdades inmediatas del período poscoronavirus es que si teníamos problemas con el empleo hace cinco meses, eso no eran nada para lo que se nos avecina, ya que además éste va a condenar a mucha gente a la pobreza. Oxfam Intermón denuncia en estos días que más de 700.000 personas podrían atravesar la delgada línea que va desde el desempleo a la pobreza, y eso supondría volver a una casilla muy antigua en términos de justicia social. Las trabajadoras que cuidaban a nuestros familiares para que nosotros pudiéramos trabajar, o aquellas personas migrantes que recolectaban la comida de nuestros campos para que pudiéramos comer, son algunos de los colectivos que están señalados por culpa del desempleo. Una época de desempleo descontrolado es siempre una anomalía, y vamos a tener que hacer mucho más que negociar ampliaciones de los plazos de los ERTE excepcionales para salir mejor de todo esto. Para intentar paliar esta situación, Intermón propone impuestos progresivos que nos permitan recaudar unos 10.000 millones de euros para salud, educación y protección social. Es una medida concreta, y necesaria, pero que realmente no está todavía en el debate político de manera decidida. No debemos tener miedo a exigir que quien más tenga más aporte.

Ojalá que la equidad fiscal vinculada a la protección laboral fuera el segundo reflejo de nueva normalidad, acompañada desde ya de reformas que blindaran el trabajo por encima de cualquier interés especulativo.

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