Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Vuelve Mariano

Jamás pensé que echaría de menos la pasividad de un registrador de la propiedad comparado con lo que hay

Nunca pensé que lo echaría de menos. ¿Qué necesidad tiene este hombre de engrosar el plantel de registradores de la propiedad, sin nada nuevo que aportar a la nobleza de esa profesión de la que sólo tenemos noticia cuando cruzamos el Rubicón de comprar o vender una vivienda para olvidarnos de ella el resto de nuestra existencia? Vale que tiene un sueldo que para sí lo quisiera un presidente del Gobierno; vale que conserve parte de sus privilegios como tal, que le permitirán un desahogo el resto de su vida; vale que no tendrá a la caterva de periodistas persiguiéndole en todo momento con preguntas que jamás quiso contestar y vale que no le estarán criticando cada cinco minutos pero ¿y nosotros qué?

Todavía añoramos esas gallegadas ininteligibles, esos refranes dichos al revés -¿Gabriel Amat fue su maestro?- , esas enganchadas en el Congreso, esos atropellamientos de palabras, ese tic en los ojos. De acuerdo que fue Mariano el que resolvió definitivamente la paradoja del gallego y la escalera, ya que en su caso ni subía, ni bajaba, porque no lo intentaba; que la acción trepidante nunca fue lo suyo y que tuvo pecadillos como el de dirigir un partido que ha sido capaz de poner de acuerdo a todo el mundo como podrido de corrupción hasta el tuétano, pero estoy hasta dispuesto a perdonárselos si regresa a las trincheras.

Lo que ha dejado es un chaval que demuestra que lo del máster en cuarenta días, no sólo es una golfada, sino que deja una falta de preparación a su paso que asusta y si encima no calla el espectáculo está servido. Si además le acompaña un personaje de sonrisa más que siniestra de fama internacional por lanzar, a distancias inverosímiles y perfectamente inútiles, las interioridades de las aceitunas, que está acompañado de gente famosilla, guapetona -como si fuera de Ciudadanos, vamos- que no ha cogido un libro en su vida, que blanquea lo que, por mucho que se empeñen, es la extrema derecha más rancia, sectaria e intolerante que jamás pasó por el panorama político desde el inefable Blas Piñar, tenemos el escenario ideal para que el de la barba y el pelo disonante, vuelva a deleitarnos con su bendita parsimonia. Lo que dejó cuando ni un año se ha cumplido de su abrupta partida, es un sindiós, un caos que necesita de su buena mano como registrador de la propiedad, para dejarnos una finca libre de cargas. Porque cargas, nos has dejado un montón desde que te fuiste. Mariano, calienta que sales.

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