
El lado bueno
Ana Santos
¿Vale lo que cuesta o cuesta lo que vale?
La verdad plural
No es nuevo que el mes de julio se inicie con un estresante protocolo aparejado: los campamentos para los niños y niñas con actividades lúdico-deportivas, las vacaciones familiares, las (vagas) intenciones de lecturas, el soñado viaje programado desde hace meses… Este verano ha tardado en llegar, pero viene acompañado de un pack inamovible: Las estivales y reiteradas caravanas de coches hacia la playa, colonizando y tomando posesión de ella, se convierten, indeseablemente, en una pesadilla y un clásico en el puente hacia la costa.
Todo bastante previsible, a excepción del pasado fin de semana, que rompió el molde habitual. El pasado sábado fuimos testigos de un hecho tan extraño como singular. Este día, mientras unos salían de la ciudad con sus vacaciones, otros disfrutaban de las playas y otros, incluso, se preparaban para el último de los ejercicios del Concurso Oposición para Maestros… En ese contexto, se homenajeó a Nuestro Padre Jesús de las Penas, acompañado en el desfile por la Banda de Cornetas y Tambores, "Jesús Nazareno", para gozo y sorpresa de los testigos. No, no es un error de fechas, no estamos en primavera, que sería lo suyo, sino en pleno verano, cuando la costumbre (y las ganas) requieren más oler a marisco que a incienso.
Sin duda, los testigos de la procesión pudieron comprobar la gran belleza artística, tanto en los candelabros de cola, como en la delantera del mismo o en el llamador… pero ¿No sería realmente sentida y celebrada cuando verdaderamente sea Semana Santa? ¿En que se quedan entonces las usanzas ancestrales? ¿Y por qué no se remata con las costumbres y que vayan los nazarenos con los capirotes puestos?
Por otra parte, si se trata de fidelidad hacia nuestras tradiciones, ¿No deberían ser para todas ellas y no solo las que se exhiben? ¿Por qué los polvorones o los turrones, tan deseados entre los meses de noviembre a enero, se consumen solamente en los días de Navidad? Por mucho que guste un mantecado de almendra o un turrón de chocolate, difícil será encontrarlo en el mercado, ni en el pensamiento de nadie, a no ser que nos encontremos en una de las fechas señaladas anteriormente. Con las tradiciones no se juega, más bien se respeta. De lo que se trata no es solamente conservar costumbres ancestrales, sino que lo deseable es protegerlas y con sus hábitos de siempre. Las Tres Caídas, que ilumina al Lunes Santo, requiere una primavera para el Señor de las Penas.
Ya saben, lo que más se aprende de la vida es que sigue…
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