Tomás López de Vargas y MachucaGeógrafo de los dominios de Su Majestad

La primera vez que oí hablar de este cartógrafo español fue precisamente en las clases de Cartografía que magistralmente impartía el erudito catedrático Francisco Vázquez Maure en la Escuela de Ingeniería Técnica Topográfica de Madrid, donde estudié. He de decir que para mí esta es la profesión más bonita que existe y de la que estaba y sigo estando enamorado. Me pareció tan peculiar la vida de Tomás López que me dediqué a estudiar sobre ella, porque en clase fue solo de pasada lo que nos contaron sobre él, ya que de todos los cartógrafos nos contaban algo, pero eran muchos. Aun así, de López de Vargas recuerdo que el profesor nos contó brevemente que el Marqués de la Ensenada lo envió al extranjero para que aprendiese Cartografía con los grandes de Europa y luego, al volver, confeccionase un atlas de España.

Así fue, al volver se puso a trabajar en ello, pero lo hizo sin utilizar métodos científicos. Por el contrario, usó otros que no eran precisamente los más apropiados para hacer un mapa de España de precisión. Se dedicó a escribir y a solicitar información a las autoridades locales, alcaldes, maestros, párrocos y jueces de todo el país pidiéndoles datos de su población, número de habitantes, ríos, montañas, forma del casco urbano, incluso les pedía algún plano o croquis. Y claro, el resultado no pudo ser peor, pues según quien fuera el que contestaba ponía más o menos interés y resultaba mejor o peor su información. El caso es que sus mapas estaban llenos de errores. Sin entrar en muchos detalles, la ciudad de Burgos, por ejemplo, está desplazada de su situación correcta unos 30 kilómetros.

Nació en Madrid en 1730, aunque sus padres eran de Toledo. Pero la capital empezaba a despuntar y ya había en proyecto construir el Palacio Real, los jardines del Buen Retiro, las glorietas de Cibeles o Neptuno. Es decir, que su hijo tendría más porvenir en la gran ciudad que se proyectaba que en Toledo. Así que se establecieron en la calle Atocha y allí se formó en Matemáticas en el Colegio Imperial. Aprendió a dibujar y se fue a medir como ayudante de Jorge Juan y Antonio de Ulloa para hacer el levantamiento del plano topográfico del Castillo y Bosque de Viñuelas, al que casualmente también fui yo en el año 1971 como ayudante del catedrático Vázquez Maure y el extraordinario topógrafo Antonio García Cámara para hacer el mismo levantamiento del castillo, propiedad del Duque del Infantado. Aprendí muchísimo con este topógrafo sin igual, además de pasarlo muy bien, ya que ese bosque es un deleite para los amantes de la naturaleza y de cualquier mata salía un ciervo que me asustaba porque no me lo esperaba. Era como Doñana, pero al norte de la ciudad de Madrid. Por curiosidades de la vida, me tocó vivir y recorrer midiendo por los mismos sitios por donde lo hizo dos siglos antes el cartógrafo del Rey, Tomás López De Vargas y Machuca.

Más tarde se marchó a París acompañando al geógrafo Juan de la Cruz Cano y Olmedilla para estudiar Geografía y perfeccionarse en los grabados de mapas asistiendo a clases del prestigioso geógrafo del Rey francés Luis XV, el célebre Jean Baptiste Bourguignon d'Anville.

Sus primeros trabajos en España fueron la confección de dos pequeños atlas, uno de nuestro país y otro de América, para enseñar Geografía a los niños. Estaba haciendo el gran atlas de España, pero tuvo que abandonarlo porque su gran valedor, el Marqués de la Ensenada, fue destituido y entonces López de Vargas asumió desde su propio estudio los mapas de los reinos y provincias de España. Entonces pidió información a todos los eruditos españoles, llamándole a este sistema "de gabinete", método que aprendió de su maestro francés d'Anville. Tomás López gozaba de la protección del Rey de España y de todos sus ministros, que le abrieron además las puertas de los mejores archivos privados y, por supuesto, los archivos oficiales. No obstante, los mapas de nuestro cartógrafo real están llenos, como indiqué al principio, de errores de localización de accidentes geográficos, parajes, caminos y aldeas o caseríos, e incluso alguna ciudad, como la ya señalada Burgos.

La mayor parte de toda la documentación recibida se encuentra archivada en la Biblioteca Nacional bajo la denominación de Diccionario Geográfico y él quiso, con toda esta información recibida, corregir todos los mapas que habían confeccionado los cartógrafos extranjeros.

Dos de sus hijos, Tomás Mauricio y Juan, fueron formados por él para que continuasen con su obra, ya que veía que le faltaba poco por vivir. De hecho, empezó a recibir premios y nombramientos. Así, en 1773, fue nombrado miembro de la Academia de las Buenas Letras de Sevilla. Más tarde fue nombrado académico de la Real Academia de la Historia y luego recibió el encargo, por parte de Godoy, de que organizara el Gabinete Geográfico de la Secretaría del Estado, para lo que contó con la ayuda de sus dos hijos. Por entonces, ya Tomás de Vargas empezó a firmar sus mapas como "Geógrafo de los dominios de Su Majestad". Pero la verdad es que en la historia de España ha habido mejores topógrafos, geógrafos y cartógrafos que él y no han recibido tantos reconocimientos.

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