Allá por los años 80, Alain Peyrefitte en su libro Cuando la rosa se marchite, relataba la tendencia de cierta izquierda a utilizar una terminología dialécticamente agradable, aunque de contenidos, a veces, superfluos como camino de exaltación emocional, impregnada de buenismo, tras el que se encuentra, como afirmara el filósofo G. Bueno: "El buenismo es la máscara disimuladora de un despotismo rotundo". Ese mismo, que acusa al oponente de fascista, quizás sin saber que "el fascismo, técnicamente, no es más que el sometimiento del Legislativo al Ejecutivo" (B. Russell). ¿Le recuerdan a alguien estas referencias introductorias?

Y es que desde "nueva normalidad, cogobernanza, diálogo, perdón u odio según convenga, pedagogía… hasta equidad, igualdad, utilidad pública…" cada día el caudal propagandístico, vende su producto, cambiando "falso por diferente" o modificando afirmaciones rotundas según se esté o no, en el ejercicio del cargo cuando no, ante la respuesta "¿quién plancha en casa?" si se pregunta por la subida de la luz… no sé cuánto podríamos continuar.

Pues bien, en gran parte, esto es lo que se va a jugar Andalucía mañana domingo puesto que las primarias socialistas que se celebran enfrentan una forma de entender el socialismo -defectos incluidos- con el "sanchismo" -prepotencia patente- y un apéndice de ortodoxia, respetable pero testimonial.

Sea cual sea el resultado, Andalucía lo va a pagar y sufrir, pues nos movemos entre 'susto' que representan los antecedentes de Susana Díaz y 'muerte', en caso de ganar por que ay saben, el que no quiere ni venganzas ni revanchas -curiosa interpretación de la aplicación de la Ley-, en este caso, aplicaría ambas porque como ya saben: "el peor enemigo es el compañero de Partido. En el otro lado, 'muerte' si gana Espadas -por cierto, consejero en Gobiernos de Susana- porque la dirección de Ferraz impondría los criterios de gestión andaluces y en el mejor de los casos 'susto' para los afines a la socialdemocracia porque el sanchismo es otro modelo ideológico y de Partido.

Lo cierto es, que estamos ante una pugna personal alentada desde fuera donde están en juego desde el modelo de Partido hasta la auténtica subsistencia de muchos -esto puede resultar decisivo- porque, indistintamente a las preferencias, prevalecerá asegurarse la continuidad en los cargos. Las estrategias están claras. Emotividad en Susana frente al cálculo de espadas que evita presencias y pronunciamientos pera acepta, descaradamente, medidas institucionales para la Corporación que preside, como si su candidatura no tuviera que ver con el resto de la militancia andaluza. Así que difícil coyuntura la ¿socialista/sanchista?

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