Mucho antes de la expropiación el Recre ya estaba destrozado. Se había espantado a la gente de la grada (ni pudiendo subir a Primera el Colombino presentó una buena entrada aquel día ante el Córdoba), había vestido camisetas (como la de lunares) que le hizo ser el hazmerreír de España, se prefirió a Riolfos y Danilos a los Fidel, Aitor García y compañía, ya no caía simpático a casi nadie -ni en nuestra provincia- y dejaron de apoyarle empresas siempre fieles, abuelos, padres e hijos, la Ciudad Deportiva era un patatal, casi todos los medios vivían enfrentados con la propiedad, Cervera se largó en medio de un viaje, había impagos a jugadores y empleados, hubo problemas con las licencias –incluso con la liga iniciada- y con la inscripción del equipo…

Mucho antes de la expropiación se salió del concurso de forma voluntaria y llegaron más embargos y más problemas; hasta el botiquín médico carecía de vendas y de un mísero paracetamol -los chavales de PorMiRecre paliaron esa vergüenza-; jugadores (los que podían) y simples aficionados llevaban bolsas de comida a quienes sujetaban el Club ante el abandono porque, si no, se morían de hambre; se cambió el escudo indefinidamente porque sí, hubo numeritos de circo con ‘mejicanos’ e Infotelwi, sustituyeron a Linares por Braulio, Roncal -como otros- salió huyendo, marearon con el cuento de la cautelar, quitaron a Pavón para hundir al equipo con un pobre diablo portugués, el palco y las juntas estaban huérfanas de responsables, se despidió a empleados por reclamar una reunión, se boicoteó la manifestación del 22 de octubre, el Trust evitó otro problemón con aquello de Zahínos…

Mucho antes de la expropiación un buen equipo de Segunda acabó -gracias a esos inventores del fútbol que lo iban a llevar a Primera- en un horrible pozo después de 17 años fuera de él en lo que había sido la mejor etapa de su historia. Ahí le condenaron a “morir de inanición”. Mucho antes de la expropiación Huelva, junto a gente de muchos lugares de España, se volcó para que el equipo no descendiera administrativamente tras milagros deportivos épicos. Entidades estrellas del deporte, jugadores míticos, artistas, asociaciones y empresas de mil condiciones mostraron el cariño que el Decano merecía en su camino hacia la salvación. La gesta tuvo una brutal repercusión y todos llenamos el pecho de orgullo.

Sin toda aquella marabunta que nos unió a todos hoy el Recre no estaría compitiendo. El que no se ejecutara de forma correcta la expropiación es un bombazo y tendrán que responder (y tratar de arreglarlo) los responsables de entonces y de ahora, pero pocos dudarán de que sin la actuación del ayuntamiento el Decano llevaría ya varios años sepultado. Tampoco olvidamos los nombres y apellidos de los cómplices (muchos son de Huelva) que le echaban, por acción u omisión de socorro, tierra encima ni de los que entregaron al Club ni cómo lo entregaron, ‘caso Estadio’ incluido.

Emociona seguir viendo, años después, un ejército aún mayor que el de entonces dispuesto a hacer lo que sea para que el Recre evite otro calvario. Están dispuestos a dar una vez más, y setenta veces siete si es necesario, otro paso al frente sin miedo alguno. Y aún hay quien no es consciente de ello…

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