Fernando Barranco Molina

Sebastián Peniche

03 de marzo 2014 - 01:00

CONOCÍ a don Sebastián cuando yo aún era estudiante y pasaba mis veranos en Punta Umbría, pero iba a Huelva algunas tardes porque para sacar unas pesetas me dedicaba a dar clases particulares y mi traslado lo hacía en auto-stop y muchas veces me paraba "el cura mexicano" y en charla amena me llevaba hasta la capital.

Don Sebastián hablaba siempre con mucho cariño de Punta Umbría y yo aún con 19 o 20 años, lo escuchaba entusiasmado. Al pasar por delante de la venta El Calé, siempre reducía la velocidad de su Citroen Break para hablarme y contarme los proyectos de hoteles que había para aquel pinar, ese que luego empezamos a llamar Los Enebrales y que al final nada hubo de aquel proyecto, afortunadamente y que hoy ese paraje es todo un emblema de Punta Umbría y que podemos disfrutar todos los amantes de la naturaleza.

Raro es el día y la tertulia en la que no se le nombra y es que hizo mucho bien en Punta Umbría. Yo mismo lo he nombrado en muchas ocasiones y algunos artículos, como por ejemplo cuando escribí de Paco Cruz, el conocidísimo Cura Paco, al que don Sebastián le llamaba Padrecito debido a su juventud y a su forma desenfadada y moderna de llevar el sacerdocio. También lo nombraba al escribir de don Remi, aquel hombre bueno que siempre acompañaba al cura mexicano en sus labores apostólicas. En efecto, don Sebastián recorría toda la zona de casetas de madera para visitar a la gente humilde y don Remi atendía económicamente y con regalos a todo aquel que lo necesitaba según le iba comunicando el párroco del poblado.

Por las tardes de los domingos íbamos a misa sentados en las dunas de detrás de la iglesia y a veces el sacerdote nos llamaba la atención cargado de razón. Era una época muy bonita y que hoy la recordamos con mucho cariño por un tiempo ya pasado y que jamás volverá pero que permanece imborrable en nuestras memorias.

Al cura Peniche se le metió entre ceja y ceja, construir otra iglesia más metida en el pueblo para que no estuviese la única existente tan separada de donde vivía la población estable y permanente y así fue como se empezó a construir en la calle Ancha una mucho mayor y más moderna. El proyecto se le encargó al celebre y notable arquitecto Miguel Fisac con quien el cura mantuvo un pulso, ya que el arquitecto cada vez que venía de visita a Punta Umbría en su legítima dirección de obras, se encontraba con detalles y elementos constructivos que él no había mandado hacer y al preguntar a los albañiles porque se había hecho tal cosa, siempre respondían que lo había dicho don Sebastián.

Y claro que el párroco sabía perfectamente las carencias que tenía el pueblo y su pequeña capilla y se atrevía a tomar esas decisiones porque estaba bien arropado por las altas jerarquías de la iglesia. El Sr. Fisac que no tenía muy buen carácter, se iba siempre muy enfadado con el cura y con Punta Umbría.

Don Sebastián le cambió el nombre a su iglesia que se llamaba la iglesia Virgen del Carmen y la bautizó como Capilla de NªSª de Lourdes, llamándose la nueva con el nombre de la Patrona por deseo de él ya que decía que la patrona debía estar con su gente y en medio de donde vivían ellos. Don Remi fue quien donó a la vieja iglesia obra del arquitecto onubense José María Pérez Carasa, la imagen de la Virgen de Lourdes.

Hace sólo unos meses, el Colegio de Arquitectos con su presidenta al frente, Noemí Sanchís y Ángel López Macías, han colocado una placa en la fachada principal de esta nueva iglesia con la catalogación DO.CO.MO.MO, símbolo del Movimiento Modernista. En la provincia de Huelva sólo hay otra obra con esta distinción, se trata de la Estación de Servicio que esta en la capital frente al llamado Barrio Obrero.

Al igual que la mayoría de los curas que ha tenido este pueblo, don Sebastián fue también un cura atípico. Él fue el ideólogo de los chiringuitos de la playa con la implantación en El Portil del primer El Paraíso, ese que regentó el bueno de Gonzalo Rodríguez Almansa y que luego continuó en La Bota y que hoy aún sigue siendo una referencia gastronómica de la costa onubense.

Ese bar que con el tiempo adquirió tanto nombre, lo colocó el sacerdote para recaudar fondos y poder terminar la construcción de la nueva iglesia de la calle Ancha, igualmente organizó algunas corridas de toros el bueno de don Sebastián para obtener más fondos para la iglesia que él consideraba "su obra" y que hoy disfruta Punta Umbría en pleno corazón de su casco urbano.

Hace muchos años, se marchó de Punta Umbría hacia La República de El Salvador a pastorear en un lugar llamado La Unión que unos siglos antes había descubierto el moguereño Andrés Niño, lugar que se encuentra a 5 metros sobre el nivel del mar al igual que Punta Umbría y allí ejerció su sacerdocio en la parroquia de San Carlos Borromeo y por sorpresa apareció por Punta Umbría hace unos diez años en el acto de inauguración de la calle que el pueblo le dedicaba a don José Figueroa detrás del actual Ayuntamiento, todos los que allí estábamos nos quedamos sorprendidos pero llenos de alegría y admiración al verlo aparecer con su sotana blanca.

Don Sebastián cometió algún error, como todos los humanos, pero ese error (de hombre) hoy tiene mucho perdón si oímos a nuestro actual Papa Francisco con los pies en la tierra.

Sin duda el cura Peniche ha sido una persona muy querida, buena, entrañable y muy importante en la historia de Punta Umbría y que desde hace unos días que murió, estará en el Cielo. Descanse en paz.

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