Diversión inclusiva en el único campamento para niños con autismo de Huelva: "Es común que excluyan a tu hijo por no poder atenderlo correctamente"
25 niños y niñas disfrutan durante el mes de julio y de lunes a viernes, con actividades que van desde piscina hasta practicar la socialización y la elección
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Que el verano es una época de chapuzones, disfrute y de hacer nuevos amigos no es una realidad para todos. Para los padres de Jaime Expósito, un niño de 10 años de Huelva con autismo, significaba más bien incertidumbre y desesperación por saber que tendrían que hacer malabares un año más para poder conciliar el trabajo con los cuidados de su hijo. Por suerte, hace cuestión de dos años encontraron una alternativa para que su pequeño disfrute del verano como cualquier otro de su edad, a la par que ellos pueden volver a la oficina tranquilos.
"Entre mi marido y yo, teníamos que cogernos meses distintos de vacaciones y nunca podíamos disfrutar los tres de ellas. Nos hemos organizado un poco a costa de nuestra infraestructura familiar, porque no encontrábamos ningún campamento adaptado a las necesidades de nuestro hijo", cuenta Mercedes Romero, madre de Jaime.
No es la primera vez que una familia con sus circunstancias recibe el no rotundo desde la organización de cualquier campamento de verano. "Suelen negarse a recibir al niño o niña porque no pueden cubrir sus necesidades correctamente al no tener suficiente personal ni estar formados para este tipo de alumnos", asegura. Todo ello acaba empujando a la familia, desesperada al no tener más opciones, a contratar a una persona cualificada para quedarse con su hijo, un gasto que alcanza los 1200 euros al mes. "Recursos muy caros para poder tener atendido correctamente a mi hijo", añade.

Frente a tal cifra, el campamento de verano de la entidad onubense Ánsares cuesta cerca de 500, se extiende todo el mes de julio y tiene horario de 9:00 a 14:00 de lunes a viernes. Allí, más de 25 niños y niñas que tienen diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista disfrutan, nadan, juegan y sobre todo experimentan. Cada uno de ellos cuenta "con un monitor", algo que "tranquiliza a las familias" y asegura el bienestar y desarrollo de sus hijos.
Playa, piscina, talleres de psicomotricidad y hasta salir a desayunar a bares para practicar la elección o socializar
"Incluye un montón de actividades distintas. Van a piscina en el Diego Lobato, hacen excursiones a la playa y tienen un montón de talleres y actividades de autonomía. Practican la psicomotricidad y hasta van a desayunar a bares donde trabajan muchos aspectos de la socialización, la espera o la elección. Todo eso les viene muy bien", certifica Mercedes a Huelva Información. Entre sus excursiones, frecuentan espacios naturales, y aprenden cómo tienen que organizarse y comportarse.
También dan continuidad a su rutina, algo crucial para una persona con autismo. "Una de las cosas más importantes de estos campamentos es que los niños y niñas no pierden su orden diario. Suelen ser personas muy rígidas que durante el año tienen su vida estructurada, con sus terapias y sus horarios. Eso suele desaparecer en verano, lo que puede dar lugar a que se estresen mucho".
Jaime sabe que mañana habrá campamento de nuevo y que tocará una actividad concreta gracias al trabajo de anticipación de los monitores, en una época del año en la que hay "tiempos vacíos" y se abre la puerta al caos. "Nunca hemos tenido que recurrir a un campamento en el que no puedan atenderlo, pero creo que para él sería muy complicado llevar la dinámica de uno al uso, sin el personal necesario para cubrir sus necesidades", cuenta. Como muchos de sus compañeros, con los que comparte actividades y juegos, "Jaime es muy rígido, por lo que el cambio en la rutina le puede afectar mucho. Es obsesivo y le cuesta llevar una actividad en grupo".

Para Mercedes, es una cuestión de igualdad e inclusión, porque "todos los niños tienen derecho a disfrutar". En el de Ánsares, todo el mundo cabe. "Hay niños de distintas edades, monitores que están muy formados para atenderlos y eso es muy importante, porque no suele haber campamentos que cumplan con estos requisitos", añade.
El punto de partida de cada día en el campamento es el Centro Social de Los Desniveles en La Orden, con una sala cedida por el ayuntamiento de la capital. Desde ahí, se mueven cada día por distintos espacios, desde el Diego Lobato hasta el Parque Moret, bares y otros puntos de la provincia. Una organización "impecable" que corre a cuenta de la entidad onubense para lograr que los más pequeños disfruten como se merecen de su verano.

"Hemos hecho que todas las actividades de ocio inclusivo pasen a tener monitores formados y dados de alta"
Pablo Camacho, uno de los directivos de la entidad, cuenta a Huelva Información que el campamento nace con el objetivo de poner solución a un problema: los padres siguen trabajando en el mes de julio y hay que dar respuesta a la conciliación laboral de las familias. Se trata del único a nivel provincial con tales características y de lunes a viernes. "Hemos profesionalizado el campamento, porque no podemos dejarlo en manos de voluntarios que hoy quieran venir y mañana no", añadía.
Según Camacho, la principal complejidad es la ratio de atención de usuarios: 25 monitores para 25 usuarios. "Algo que tiene un coste tremendo y que la entidad afronta con una parte de participación de las familias o con los talleres de verano, unas sesiones terapeuticas diferentes donde tenemos a 35 usuarios y que permiten que no se despeguen de la entidad durante el verano".
La Escuela de Verano nació con Ánsares, pero el Covid sacudió a la organización y supuso un parón. Tras el paréntesis, el foco se centró en profesionalizarlo, porque "nos dimos cuenta de que no podíamos dejar en manos de voluntarios un campamento al que todas las mañanas de nueve a dos tenemos a 25 usuarios. No podemos dejarlo en manos de que tú hoy quieras ir y mañana no te apetezca", añadía. "Queríamos profesionalizar la entidad, consiguiendo que todas las actividades de ocio y respiro familiar durante todo el año sean con monitores, formados por la entidad y dados de alta. Trabajadores de la entidad que nos aseguran que vamos a dar un buen servicio y de calidad a nuestros usuarios".

Actualmente, "los gastos entre personal, desplazamiento y demás son muy altos y no tenemos una ayuda específica para el campamento, además de que la actividad de la entidad no cesa durante la época estival. El Ayuntamiento de Huelva nos cede el espacio del Diego Lobato dos veces en semana o el Centro de los Desniveles, donde tenemos una sala, aunque se nos queda pequeña", añadía. "Estamos dando respuesta a las familias, que es lo importante".
Cubrir una necesidad y tratar de reducir la incertidumbre de las familias que tienen niños con discapacidad. "Hay algunos que rechazan al niño o piden a los padres que paguen a un monitor, un gasto que es imposible de asumir para las familias. Se sienten discriminados y solos, porque es un problema que tiene mucha gente, pero hay menos soluciones cuando tienes un niño con más necesidades de apoyo".
Reivindican que los campamentos y escuelas de verano deben tener "en su licitación como condicionantes que se acepte a un mínimo de personas con autismo y discapacidad, y a correspondientes monitores formados para atenderlos".
Por otro lado, "nos faltan instalaciones" y necesitan más espacios para los niños y niñas. "Es muy complicado y el precio del campamento son 500 euros el mes completo, un precio que es respetable, teniendo en cuenta que hay un monitor para cada usuario y que hay que pagar todos esos sueldos. Damos respuesta a 60 familias más la actividad normalizada de la entidad que sigue para adelante en el mes de julio", una época que se ha convertido para Ánsares en la más complicada del año.
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