Crohn y colitis ulcerosa: Un abordaje cercano y en constante evolución para mantener "dormidas" a las enfermedades

Especialistas del Infanta Elena de Huelva destacan la importancia de la atención personalizada y los avances médicos para mejorar la calidad de vida de los pacientes

Estiman que unos 30.000 onubenses pueden padecer una enfermedad inflamatoria intestinal

Unidad de Enfermedad Inflamatoria Intestinal del hospital Infanta Elena.
Unidad de Enfermedad Inflamatoria Intestinal del hospital Infanta Elena. / M. G.

La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) es un trastorno crónico y sistémico que va mucho más allá del tubo digestivo. Según los últimos datos, afecta al 6,4% de la población española, lo que permitiría estimar que cerca de 30.000 onubenses podrían convivir con esta patología si se extrapolan las cifras nacionales. La colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn son sus dos manifestaciones principales, y su incidencia se ha multiplicado por diez en España en los últimos 25 años, con unos 2.000 nuevos diagnósticos cada año, de acuerdo a los datos aportados a este periódico por el hospital Infanta Elena de Huelva. Aunque no tiene cura, este centro hospitalario onubense trabaja para mantenerla “dormida” el mayor tiempo posible gracias a los avances terapéuticos y a una atención especializada y en constante evolución.

La enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa comparten el hecho de que ambas presentan una inflamación crónica del tubo digestivo, por lo que son patologías denominadas crónicas. O dicho de otro modo, "el paciente nunca deja de ser paciente, cursa la enfermedad de por vida con períodos en los que está bien y con otras fases en las que presenta recaídas", resume la especialista en Aparato Digestivo y miembro de la consulta de Enfermedad Inflamatoria Intestinal del Infanta Elena, Elena Martín.

Martín advierte de algunos signos de alerta que bien podrían indicar que la enfermedad podría padecerse, véase "los comienzos de diarrea, el aumento en el número de deposiciones, dolores abdominales, pérdida de peso o restos de sangre en las heces", si bien añade que "estos signos estarían relacionados con cuadros prolongados de forma agua".

Lo que no existe es una razón como tal detrás de estas patologías, manifiesta su compañera Maite Ramos-Clemente, también especialista en Aparato Digestivo, "quien remarca que la enfermedad sucede inevitablemente porque la mayoría de los factores no son manejables en el día a día", a excepción del hábito tabáquico, "enemigo de las EII", o de la nutrición, "pero no es suficiente". Aun así, pone de manifiesto que "es complicado identificar un factor concreto", pudiendo darse factores ambientales relacionados con el estilo de vida o la industrialización del lugar donde se reside, inmunológicos o genéticos. Además, prosigue la especialista, "en los últimos estudios se está observando el importante papel que juega la microbiota intestinal, advirtiéndose una alteración de la misma en estos pacientes".

Las especialistas en Aparato Digestivo, Maite Ramos-Clemente (i) y Elena Martín (d).
Las especialistas en Aparato Digestivo, Maite Ramos-Clemente (i) y Elena Martín (d). / M. G.

Las profesionales del Infanta Elena señalan de que la enfermedad inflamatoria intestinal es "sistémica", "afectando a diferentes ámbitos". De hecho, indican con datos, hasta un 70% de los pacientes sufre fatiga crónica, un tercio presenta dolor articular, entre un 20% y un 30% tiene asociada otra enfermedad inflamatoria crónica originada por alteraciones del sistema inmunológico y hasta un 60% padece problemas de salud mental.

Sobre el perfil de los pacientes, tanto Ramos-Clemente como Martín advierten un cada vez mayor diagnóstico en la población de edad joven, "sin olvidar que también diagnosticamos a veces a personas de edad avanzada". Eso sí, el hecho de ser una patología sin cura y que cursa durante un tiempo prolongado se traduce en que "terminas conociendo mucho a las personas y generando con ellas una robusta relación médico-paciente en las consultas monográficas que tenemos para las EII".

En relación a cómo cursa la enfermedad, Martín explica que funciona "por brotes", momento en los que "pueden tener fuertes síntomas con malestar y dolor, lo que les provoca complicaciones a nivel laboral o limitaciones en el ocio porque están muy necesitados de un aseo cercano". Frente a ello, hay un arsenal terapéutico utilizado "para mantener la enfermedad dormida la mayor parte del tiempo posible", diferenciándose entre esos tratamientos que buscan que "no se active" y las terapias "que persiguen la estabilización cuando suceden los brotes".

Profesionales sanitarias en la Unidad de EII del hospital Infanta Elena.
Profesionales sanitarias en la Unidad de EII del hospital Infanta Elena. / M. G.

Lo positivo en este campo es "la amplísima investigación que hay, hasta el punto de que casi cada año salen nuevas terapias", indica Maite Ramos-Clemente, que enumera tratamientos "de toda la vida con corticoides", pero también "otros que denominamos inmunomoduladores o terapias biológicas, que son aquellos que modulan el sistema inmune, bajan la carga inflamatoria y así hacen que no tengan síntomas, eviten las complicaciones y la enfermedad no progrese". Son, en cualquier caso, "tratamientos que se obtienen por el hospital bajo prescripción médica, no en las farmacias".

Los avances terapéuticos redundan en "muchas menos complicaciones que antes", en tanto que tiempo atrás "muchos pacientes terminaban en cirugías que actualmente pueden evitarse, como también pueden evitarse las complicaciones", coinciden las especialistas. De hecho, "si hace diez años podríamos disponer de uno o dos tratamientos biológicos a lo sumo, ahora el arsenal que tenemos contempla una decena de ellos".

Ramos-Clemente y Martín subrayan que el paciente "no se mantiene con el mismo fármaco toda la vida, pues a veces la terapia puede agotarse al no dar el efecto que buscábamos". Es por ello que en estas situaciones conviene "buscar una alternativa y por ello está bien tener un saco de moléculas que nos permitan tener más respuestas". Asimismo, prosiguen, "podemos tener pacientes con un comportamiento suave de la enfermedad y otros cuyas patologías son más agresivas. No todos las padecen igual", resumen.

Desde el hospital Infanta Elena se insiste en que el paciente es tratado "como un todo", es decir, "no solo a nivel orgánico, sino también a nivel mental", de ahí que "en el abordaje de la patología tengamos en cuenta los factores sociales del paciente y su calidad de vida". A su vez, añaden, "pueden presentarse complicaciones que nos hagan buscar ayuda en el resto de especialidades, a las que podemos derivar al paciente, véase Oftalmología, Reumatología o, precisamente, Salud Mental".

Las profesionales del hospital Infanta Elena coinciden también en manifestar su "compromiso" con el paciente, lo que explica que "estemos en constante formación para seguir dando con las mejores terapias para cada uno, siempre de forma individualizada".

El abordaje de la enfermedad inflamatoria intestinal va mucho más allá del tratamiento de los síntomas, tal y como quieren dejar claro desde el hospital Infanta Elena, cuyas profesionales manifiestan que conocen las limitaciones, los temores y los logros del paciente. Es por ello que recalcan la importancia de seguir avanzando en terapias cada vez más efectivas sin que caiga en el olvido el cuidado emocional y el acompañamiento constante; puesto que en una patología sin cura, la diferencia la marcan la cercanía, la esperanza y el conocimiento.

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