¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Tres años más en la fiesta de Sánchez

Es muy difícil que se vuelvan a dar esos grandes partidos alfa que imponían su voluntad como un ‘tyrannosaurus rex’ El increíble vídeo de Patricia del Pozo Putas y marisco

Sánchez.

Sánchez. / DS

TODO lo que se pueda decir ya sobre la amnistía es redundante y empalaga a la opinión pública. Sánchez lo sabe. Es consciente de que en las sociedades actuales, acostumbradas a la renovación permanente de la información en webs y redes sociales, no aguantan demasiado tiempo el mismo menú. Todos sabíamos que esto iba a ocurrir, que el acuerdo llegaría tarde o temprano. Sánchez tiene el comodín de la ausencia absoluta de palabra. Y eso es imbatible. Es un hombre radicalmente moderno, que desprecia los viejos códigos de la honorabilidad. Es un alma fake. Además, es consciente de que sus mentiras, sus giros bruscos de guion, no le pasan factura. Porque los españoles tenemos un problema muy grave con la verdad.

Todos aquellos que, principalmente desde el PP y sus antenas mediáticas, se autoengañaban diciendo que la legislatura estaba a punto de fenecer debido a la ruptura de negociaciones entre PSOE y Junts y el varapalo de las elecciones gallegas, deben abandonar toda esperanza. La realidad es que con la aprobación de la amnistía Sánchez consigue alargar su animado guateque tres años más. Solo una complicación aún mayor del caso Koldo –algo que no es descartable– puede acabar con una legislatura que es la única garantía de supervivencia política de demasiados personajes aferrados al poder.

Por tanto, el PP debería ser consciente de que en los próximos años va a bailar en la fiesta de Sánchez y que, por tanto, debe buscar una estrategia a largo plazo si quiere derribar al sanchismo en las próximas elecciones generales, posiblemente en 2027. Entre otras cosas, debe determinar definitivamente qué política va adoptar con respecto a Vox. Si apuesta por su destrucción para volver a la edad de oro del aznarismo, con un centroderecha unido y disciplinado, o comprende que necesita al partido de Abascal y empieza a tratarlo más como un aliado que como un enemigo. La primera opción es difícil. La entropía (esa tendencia del universo al desorden y la fragmentación) también afecta a los partidos políticos. En el mundo actual es muy difícil que se vuelvan a dar esos grandes partidos alfa que imponían su voluntad como un tyrannosaurus rex. Más bien viviremos en un mundo político de pequeños y versátiles mamíferos que saben aparearse cuando es conveniente. En definitiva, el PP debe aprender del PSOE. Tiene tres años para hacerlo.

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