¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Periodistas y jueces, hermanos

El principal argumento del bloque de progreso para atacar a ambos gremios es demoledor: "Nos tienen manía"

Ya conocen aquel poema de Manuel Machado, Antífona, en el que se hermana a putas y poetas (a las primeras él las llamaba, con blandura modernista, "hetairas"). El sevillano reclamaba así la fraternidad entre dos gremios que vivían, en aquellos años del Madrid famélico y bohemio, al margen de la sociedad biempensante. "¡Hetairas y poetas somos hermanos!" es un grito de guerra y orgullo, pero también una denuncia y un reclamo amoroso, o más bien sexual, como el de la trucha al trucho. Pero los tiempos cambian, la poesía murió en Auschwitz y las "trabajadoras sexuales" cobran por Bizum. Ahora, los hermanos somos los periodistas y los jueces, que es una forma como cualquier otra de degenerar, al estilo castizo del famoso banderillero que acabó siendo gobernador civil o algo peor. Y quienes así lo han hecho posible es la facción morada del Gobierno, que han puesto en el punto de mira estas dos profesiones tan diferentes como malditas en el nuevo orden progresista biempensante.

El principal argumento de los morados para atacar ambos miembros es demoledor: "Nos tienen manía". Así se lo hemos escuchado decir a sesudos tertulianos comprometidos y solidarios, que creen que la prensa "odia" a la ministra Irene Montero por "ser mujer y feminista". Da igual que la titular de Igualdad esté demostrando continuamente que es una legisladora chapucera y oportunista, una demagoga, una faltona, una descamisada de lujo como su antepasada Evita Perón. El problema es que la prensa, ese nido de ultraderechistas, le tiene manía. También sus hermanos jueces y fiscales, que no interpretan la ley como deberían. El oscuro motivo de los togados es su "machismo", otra de las palabras arrojadizas de una izquierda que apenas puede esconder su impotencia e ignorancia, como ha demostrado con la ley del "sí es sí", un auténtico coladero para el club del estupro.

Por su parte, Pablo Iglesias recorre España pregonando las cloacas de la prensa y recabando el aplauso de los "enemigos de la libertad", en términos escohotadianos. El picorro de oro que usó la televisión para engañar a las audiencias, el que introdujo el populismo en España y dejó tirados a los ciudadanos cuando se cansó del juguete, el que alabó a ETA, se permite dar lecciones de santidad cívica.

Nadie niega que el periodismo está lleno de hampones y la judicatura de don Cicutas, pero, en cualquier caso, menos que en el bloque de mayoría del Gobierno, alias Frankenstein. Ya puestos: y tú más.

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