La otra orilla

Respiración asistida

La Tierra necesita respiración asistida y sólo nos tiene a nosotros para empezar a proporcionársela

Arde la Tierra. El planeta se ahoga. Se está quedando sin pulmones para respirar. La Amazonia arde y con ella está ardiendo la vida del ser humano. El devastador incendio que se está produciendo en Brasil es una prueba más de la falta de cuidado que el ser humano tiene con la Casa Común, con Gea, la Madre de todos. El cambio climático es fruto de los desmanes que los ciudadanos estamos haciendo, con las violaciones a las que sometemos al Medio Ambiente. No pensamos en las generaciones futuras, en nuestros nietos. A este paso tendrán que aplicarle respiración asistida al planeta. Los polos se están derritiendo, los bosques desapareciendo, el aire cada vez es más irrespirable y mientras tanto los de siempre andan engordando sus cuentas corrientes a costa de la destrucción de la Tierra.

Nuestros gobernantes no terminan de entender que urgen políticas medioambientales que preserven, sanen y protejan la vida de los bosques, los mares y los ríos. Políticas que permitan la vida del ser humano y de sus descendientes. Los intereses económicos de las grandes multinacionales no pueden estar por encima de las personas. Hasta ahora todas las cumbres medioambientales han fracasado porque los Estados han situado la economía por encima de la vida.

El presidente de Brasil, el ultraderechista Bolsonaro, prometió en su campaña electoral desforestar la Amazonia para relanzar la economía, en nuestro país ha habido presidentes de gobierno que han negado el cambio climático. Es estar miopes y negar la realidad. Por eso se hace imprescindible salir a la calle a defender la vida, a evitar que, como decía una vieja canción, nos racionen el aire y nos privaticen el sol. Hay que evitar que los ricos se queden con todo y nos dejen el dolor de ver como la Casa Común se desmorona.

La Tierra necesita respiración asistida y sólo nos tiene a nosotros para empezar a proporcionársela. Aún no es tarde pero hay que gritar en las calles, en las plazas, en los parlamentos. Hay que exigir dignidad a nuestros políticos, que se pongan manos a la obra en la tarea de salvar lo más hermoso que tenemos, de salvar nuestra salud y la de la Madre Tierra.

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