La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Rajoy no sabía nada, claro

Tampoco Felipe supo nunca de los GAL ni Aznar conocía a un tal Francisco Correa: todo es inverosímil

A la trapacería de la Gürtel añadieron la infamia de la Kitchen. Me refiero a la cúpula del Gobierno del PP y a la del PP mismo en los años anteriores al sanchismo. Se financiaron ilegalmente -lo que equivale a: acudieron a las campañas electorales abundantemente dopados- y, cuando fueron descubiertos, trataron de minimizar daños, acotando el número de implicados y saboteando las pruebas en su contra. Con recursos públicos. Manejados en beneficio de los dirigentes de un partido.

Ahora, mientras Unidas Podemos contempla con alborozo que la presión judicial ha cambiado de acera (ya no existe campaña política ni conspiración de cloacas, sino investigación parlamentaria sobre hechos muy graves y delitos indudables), el PP de antes y el de hoy sufren perseguidos por la sombra alargada de Bárcenas. Pablo Casado alega que cuando los desaguisados que investiga el juez él era un diputado de a pie y que al llegar a la presidencia del PP laminó a la práctica totalidad del marianismo. ¿Y Mariano Rajoy? Se prevé que va a hacer lo que mejor se le da: el Don Tancredo. No moverse ni decir nada, como si no fuera con él.

Cuando sea convocado y tenga que acudir a la comisión de investigación en el Congreso de los Diputados, sí dirá algo: que él no sabe nada de Kitchen, como nada sabía de Gürtel. Que ni cobraba los sobresueldos que Bárcenas documentó en sus papeles, ni conocía de dónde salía el dinero para sus mítines y las espléndidas sedes del PP ni, después, qué operaciones ilegales organizaba Villarejo a las órdenes de Fernández Díaz para neutralizar al propio Bárcenas, ya condenado y despechado. Que él estaba a lo que estaba, a la alta política, la gestión de los intereses de España y la administración de las cosas, no a las cloacas, cañerías y otras menudencias del subsuelo.

No va a innovar Mariano. Tampoco Felipe González supo nunca que altos cargos de su Ministerio del Interior organizaban la guerra sucia contra el terrorismo (asesinatos y secuestros) con fondos reservados. Tampoco José María Aznar se enteró de que el partido bajo su mando se financió por métodos fuera de la ley ni conocía a un tal Francisco Correa, que, casualmente, circulaba por Génova con asiduidad y desparpajo y, casualmente, apareció como invitado en la glamourosa boda de su hija. Todo inverosímil.

Pregunto qué es peor, que lo sepan todo y hagan la vista gorda o que escojan colaboradores capaces de engañarlos y delinquir.

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