¿Un país roto?

Definitivamente, somos un país que después de una transición, con sus virtudes y defectos, con sus virtudes y defectos, equilibrada y seria, capaz de vivir momentos como la presentación de Fraga a Santiago Carrillo en el Club siglo XXI, por citar un ejemplo, nos hemos convertido en un territorio polarizado no solo ideológicamente sino en los intereses particulares que acabarán convirtiéndonos en unas víctimas de unas posiciones que no guardan equilibrio alguno en la búsqueda del bienestar social, impulsadas por la manipulación inherente al interés exclusivamente político y, diría más, de individuos en posiciones de Poder.

Lo hemos visto y vivido en días pasados cuando tras un Comité Federal cerrado en falso, se produce una comparecencia parlamentaria, en la que los “indignadísimos” socios, compiten entre ellos como agradadores del Presidente de un Gobierno, autollamado progresista, naturalmente lo es en su progresión de presuntas corrupciones.

Hemos comprobado como el “y tú más” mantiene plena vigencia, solo que son diferentes los delitos, según los cometa la derecha o la izquierda, aunque ha quedado clara la debilidad de la piel del máximo responsable de esta situación, puesto que al recibir una contundente respuesta tras sus continuas apelaciones ofensivas sobre su incapacidad para ser la “viga en ojo propio”, la dimensión de lo respondido, alcanza niveles universales como ofensa, siendo capaz de afirmar que “no hacemos lo fácil sino lo correcto”, visto lo visto, resulta casi un oxímoron.

Comprobada, pues, la actuación de los socios, adversarios del sistema establecido en el 78, que aguantan para subsistir ante la evidencia de tener un Presidente que lo traga todo, sería curioso comparar sus discursos de la Moción de Censura del 18, con los del otro día, demostrarían que somos un “país roto”, para satisfacción de su patrocinador, el truculento ZP.

Por ello, apelo de nuevo al “eclecticismo” porque es más necesaria que nunca una mayoría social, más cercana a la democracia que al caudillaje.