Política triste, ciudadanía consciente

En nuestra comunidad, familias y empresas estamos invitados a no ser simplemente observadores

La política que soportamos públicamente es una política con guión, predecible y bastante aburrida en general. Es una política del "y tú más", de la hipérbole controlada a golpe de titular y del sarcasmo original, una política en definitiva terriblemente triste que traslada a la ciudadanía ese mensaje, profundamente capitalista por otro lado, que es: déjate llevar que no hay nada que hacer. Para colmo vivimos en la época de los expertos, o de los científicos con la Coronavirus-19, gente sin apellido instrumentalizada también, para justificar esta o aquella opción; no olvidemos que la política se dedica a generar opinión. Y desde ahí, desde ese estado de ánimo y esa percepción farfullaría esta mañana mi vecina del autobús, enfurecida con lo que oía a través de los auriculares, y se preguntaba ¡cómo habían podido llegar ahí, a la poltrona pública, siendo tan mezquinos! Iba a decirle que no se abatiera, que tenemos la posibilidad de hacer política también, que lo que reluce nos es todo lo que hay, pero justo en ese momento el aburrido mensajito del altavoz me recordó que no debemos hablar en el autobús.

Afortunadamente la política real, esa que trabaja alejada de los principales focos, es mucho más fructífera y amable, y es la que realmente genera leyes y mueve al Estado; pero no se conoce, se esconde -¿o quizás estoy haciendo un análisis muy tierno de la realidad?-. Y afortunadamente el ejercicio de la política está lleno de gente valiente, generosa y repleta de razones para hacer la vida de los demás mejor, y ahora no dudo, conozco.

A esa señora, que solo con el hecho de esperar el autobús elige políticamente, le digo ahora que como ciudadana tiene una inmensa labor política por hacer. En nuestra cotidianidad, en nuestras familias y empresas, en los colegios, estamos invitados a no ser simplemente observadores, sino a desplegar una actitud política hacia nuestro entorno. Difícilmente podremos mejorar nuestras vidas si solo nos dejamos llevar, si no elegimos con sentido y con coherencia, y ese ejercicio de ciudadanía consciente es el que además puede acercarnos al ejercicio de la política pública. Podemos generar democracia, tenemos poder, y reside en nuestro ser ciudadano: pacíficos, sensibles, respetuosos, exigentes, votantes, participantes, denunciantes, limpios... etc.

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