Pequeños placeres del domingo

Que la rueda de la vida continúe girando con armonía es sin duda motivo de congratulación

La luz del sol desperezándose entre las nubes y la algarabía de los pájaros me despiertan a la mañana del domingo. He dormido bien, sin recibir la visita nocturna del insomnio. Mi ánimo es optimista y, tal vez por ello, contemplo el nuevo día como un regalo que debo agradecer y aprovechar. Sin prisas, porque hoy no hay citas profesionales, me pongo en contacto, a través del correo electrónico, con amigos físicamente distantes. El sistema de comunicación no suprime la nostalgia de la casi extinta correspondencia postal, preferiblemente manuscrita, pero es mejor que los WhatsApp apresurados que frecuento el resto de la semana.

Durante la mañana, el salón de la casa se convierte en un taller de manualidades al que se van incorporando María, Elena y Bea que, con su madre, preparan complementos llenos de originalidad y buen gusto para la celebración de la primera comunión de Andrea. Las cuatro mamás reciben mensajes que las felicitan en el Día de la Madre; también Adela, que lo volverá a ser pronto por segunda vez; y Cristina, que espera la llegada de su primer hijo. Que la rueda de la vida continúe girando con armonía es sin duda motivo de congratulación; aunque algunos de los pasajes del trayecto sean, inevitablemente, ásperos.

A mediodía, algunos de nosotros emprendemos una excursión pendiente, la del itinerario que une el flamante Paseo de la Ría con la estatua de Colón, todo un lujo asequible. A lo largo de cuatro kilómetros la pasarela de madera nos aproxima a un hábitat de agua y humedales, hoy respetado por la industria y potenciado por la Autoridad Portuaria, que lo está convirtiendo en un atractivo singular de la ciudad, aún sin descubrir para muchos.

Por la tarde, reorganización de libros en las estanterías que ocupan pacíficamente casi todas las estancias de la casa. Es una tarea que nunca finaliza, en la que el tiempo fluye gratamente. Mientras, las noticias deportivas cuentan éxitos españoles en natación sincronizada y en el Mundial de motociclismo, a su paso por Jerez. Ya de noche llegan de allí Jaime y María José para felicitar a Loli antes de que termine el día. Por cierto, que Quini me envía un mensaje que habla del olvidado origen del Día de la Madre: la convocatoria hecha en 1870 por la escritora Julia Ward para que las madres del mundo se rebelaran contra la guerra en una desgarradora proclama pacifista, que mantiene hoy toda su vigencia.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios