Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Panda guarros

Escuchando a algunos me quedan pocas dudas de que son una panda de salidos de mucho cuidado

Estaba pensando en pedirme la implantación de un pin político para no escuchar según qué cosas, pero me he dado cuenta enseguida de que me iba a perder un pelín de indignación -cada vez menos, me estoy haciendo descreído por momentos- y sobre todo una pechá de reír muy sana. Lo de las charlas sobre sexo demuestra la panda de salidos que, además de incompetentes, demuestran ser quienes deben dar ejemplo de todo lo contrario.

De la censura de esa época que algunos añoran y el resto todavía no sabemos por qué, se cuenta que cuando llegó a sus manos la letra de Se va el caimán se preguntaron si no era una alusión al fin del régimen. En De la alpargata al 600, Eslava Galán cuenta cómo un par de esos censores debatían su infatigable tarea como guardianes de las esencias patrias y de la moral y la fe reinante, que les hicieron descartar una frase del guión de una película en la que una pelandusca (siempre una mujer como causante de todos los males, ¿se dan cuenta?) decía que estaba pasando "una situación embarazosa". El jefe de ambos replicaba que "dado que se lo decía a un hombre con el que mantenía una relación fuera del matrimonio, debía eliminarse de inmediato". El resultado fue que la susodicha, vivió "una situación".

Las perversiones que me imagino a esos -paradójicamente- guardianes de las más limpias esencias, no las puedo poner aquí por escrito, so pena de no levantarme del banquillo de los acusados, pero escuchar en el Parlamento andaluz a uno de ellos bramando que "a ustedes lo único que les interesa es hablar de sexo anal", a otro que "el pin parental evita que dos hermanos puedan penetrarse" (esto lo dijo uno de sus eurodiputados, leñe que votan ustedes lo que votan) y otro que no quiere llevar a sus hijos "a una escuela donde les enseñan juegos eróticos", colma mis más escondidos y turbios deseos de alcanzar el éxtasis. Y me estoy refiriéndome a la panzá de reír que me suelo soltar cada vez que leo estupideces semejantes.

La verdad es que no sé de qué tipo de jaula se han escapado, ni dónde pasean, ni qué sociedad es la que ven y plantean, ni qué nada de nada. No me explico como se puede tener una mente tan retorcida. No es que debemos protegernos ante la diversidad sexual, del relajamiento de las costumbres, del libertinaje que se decía hace siglos, de la lujuria que según esta misma peña teníamos todos. Lo que necesitamos es algo que nos proteja de esta peña, que está fatal.

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