silla de palco

Antonio Mancheño /

Olímpicos de alpargatas

Acabo de enterarme, como no, que la niña del bádminton, Carolina Marín, onubense de casta y olímpica en Londres, se nos va a Dinamarca. Allí tendrá la consideración que merece la trayectoria de tan joven y espectacular deportista.

Ella confirma la vieja y nefasta tradición de dejar en pelotas a quienes han paseado el nombre de Huelva por todos los rincones del mundo. Andalucía, en general, y Onuba, en particular, deshace a sus hijos más preciados y los lleva al Averno, que es el contenedor de todas las basuras huelvanas.

A través de los años, tan sólo 6 participantes han portado nuestro estandarte en los juegos de Olimpia: Paco Peralta y Pepe Prieto (tiro con arco), Sixto Jiménez (voley playa), Verónica Ruiz (gimnasia rítmica), Kelvin de la Nieve (boxeo) y la citada Carolina, de diecinueve añitos y una brillante proyección, con escasísimos recursos y menores apoyos institucionales.

Por desgracia, es un cuento que se repite con una inusitada frecuencia, sin que nadie responda a tal iniquidad, a pesar de invertir millones de euros por las consejerías competentes. La política deportiva autonómica es un auténtico fiasco y una mina sin fondo.

Podría citar a otros excelentes atletas, onubenses condenados al anonimato, la frustración y, tantas veces, al pedigüeñismo, que han sido campeones del mundo -José Gálvez (billar) o Pedro Carrasco (boxeo)-, así como internacionales y campeones de Europa y España.

Unos y otros han sido abandonados y oficialmente utilizados estadísticamente para justificar un tocho de memorias en el que aparecen planes de instalaciones en lugares inhóspitos y juegos deportivos andaluces con rendimiento cero, marcas cero y seguimiento cero.

Nombres sobradamente conocidos por sus éxitos y preseas: Augusto García, Sergio Macías, Guillermo Flores, Juan Manuel Muñoz, Diego González, Juan Manuel Sierra, Miguel Ángel Martín. Glorias de antaño: Tasero, Graiño, Carreño, Morita, Bracero, Kilón. Los jóvenes regatistas Ignacio y Eduardo Zalvide, o aquellos magos del balón -Crispi, Joselín, Molina, Joaquín y los Zambrano-, quitándome el sombrero ante las escopetas de Paco Peña, Manolo Reales y Paquito Bellerín, y tantos otros que dejaron su rastro en una historia siniestrada por falta de visión planificación y ausencia de objetivos.

La indolencia de la Administración andaluza y su admirable ceguera hacia Huelva conducen a un oscuro pasadizo, cuya única salida son las entidades privadas. Única alternativa donde acogerse y preservar la alta competición.

La inmensa mayoría de deportistas onubenses se forjan bajo el paraguas protector de los clubes. Fuera sólo hay abismo y desamparo. De ellos salen los deportistas de élite que se ven obligados a buscarse la vida fuera de Huelva. Pero a la Junta, plin, yo duermo en Pikolín.

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