El Malacate

Javier Ronchel

jaronchel@huelvainformacion.es

Del Matadero de Huelva a Harvard

Juan Pérez Mercader es ya oficialmente uno de los nuestros, onubense, y científico de primer orden que ha empujado por Huelva y que puede ayudar a proyectarla mucho más  |  El Malacate: Una durísima condena de 100 años para Huelva

Juan Pérez Mercader, tras recoger su titulo de hijo adoptivo de Huelva.

Juan Pérez Mercader, tras recoger su titulo de hijo adoptivo de Huelva. / Josué Correa

Contaba estos días Juan Pérez Mercader que fue en Huelva donde empezó a definirse como ser humano. Nació en Alcalá de Guadaira, en Sevilla, como dice el Registro y su DNI, y con sólo tres años llegó a Huelva. Aquí creció, estudió y empezó a forjarse, como él dice, como persona, extraordinaria, y como el científico de enorme prestigio internacional que es.

Cuando aquí hablamos del instituto Rábida, la insignia educativa onubense, por historia y por alumnos ilustres, como nuestro premio Nobel Juan Ramón Jiménez, siempre se repite el nombre de Juan Pérez Mercader. Es orgullo del centro pero también orgullo de esta tierra, que no aparece en su partida de nacimiento pero siempre le ha considerado parte suya. Uno de los nuestros.

Por eso otro instituto, en Aljaraque, lleva su nombre. Y por eso fue investido doctor honoris causa por la Universidad de Huelva, y reconocido con el Onubense del Año que Huelva Información entrega hace 40 años.

Estos días ha regresado a la tierra que no le vio nacer físicamente, aunque sí intelectualmente. Y quienes pudimos verle en el Gran Teatro este viernes, en el acto del Día de Huelva, asistimos a un nuevo nacimiento, honorífico pero muy deseado y celebrado, al ser nombrado hijo adoptivo de esta ciudad en cuyo barrio del Matadero creció.

“Ahora ya puedo decir que soy onubense”, ha repetido estos días. No es que precisara de esta distinción para poder hacerlo pero sí que ha hecho falta que llegara para demostrarle (porque nunca está de más) que sí, que es uno de los nuestros, que así lo hemos sentido siempre y lo hemos presumido. Y porque también sabemos que él tiene muy presente este rinconcito del mapa, con ventana abierta en forma de cuadro en su casa de Boston... aunque resida hace años a miles de kilómetros, integrado en la vida estadounidense como uno de los astrofísicos más importantes del mundo, reconocido por Stephen Hawking, y convertido en uno de los profesores que contribuyen al extraordinario prestigio investigador y docente de la famosísima Universidad de Harvard.

Quienes soñábamos con viajar hasta Plutón viendo a Carl Sagan en Cosmos, fantaseando con Asimov y enganchados a cada lanzamiento de los transbordadores espaciales, luego descubrimos que aquí, al lado de casa, también despegaban cohetes en Mazagón. Y que más arriba, en las aguas del río Tinto, había unos microorganismos capaces de sobrevivir en los ambientes más hostiles, como los que hay en otros planetas. Y si Calañas es un segundo Madrid, Riotinto es un segundo Marte, tomado por los investigadores de la NASA para el estudio de la posible vida extraterrestre y el desarrollo de los vehículos que luego debían explorar la superficie de este planeta. Porque hasta aquí se los trajo este onubense nuestro, Juan Pérez Mercader, tras contarles lo que había en su tierra, tan roja, color vino, como en el planeta marciano, al que ya se vinculaba la provincia de Huelva con esa región volcánica llamada Tharsis.

Y se nos cayó el mito de los extraterrestres verdes de trompetillas por orejas para empezar a ver esa vecindad planetaria mucho más cercana, también más nuestra, por este paisano que nos lo descubrió y por los propios bichitos microscópicos de nuestro río Tinto, que tal vez tengan primos lejanos cerca de la Puerta de Tannhauser, donde sólo los replicantes han podido ver brillar los rayos C en la oscuridad.

Mientras siguen apareciendo noticias de nuevos hallazgos de agua, de hielo, en ese Marte tan onubense, a Juan Pérez Mercader también le debemos nuestro interés por la astrobiología y la astrofísica, que tan extraordinariamente acerca a los profanos, como se vio en su charla del jueves en la Casa Colón, que llenó hasta la bandera.

Y aquí uno se pregunta, quizá inocente o no tanto, si ese extraordinario conocimiento que posee Juan Pérez Mercader no podría aprovecharse más allá de su faceta divulgadora que, generoso, ofrece en sus conferencias cuando por aquí está de visita.

Oportunidad en Harvard

Si a él correspondió (y no era para menos) ser el primer doctor honoris causa de la Universidad de Huelva, por qué no estrechar lazos. Por qué no abrir un vínculo académico o investigador permanente con un onubense que tenemos en la que, seguramente, es la mejor universidad del mundo, y a la que tantos jóvenes, estudiantes e investigadores, aspiran a ir.

Si uno de los nuestros fue capaz de salir de ese barrio tan castizo choquero que es El Matadero para llegar y quedarse en Harvard, por qué no va a seguir sus pasos otro estudiante del Rábida, quizá de su instituto de Aljaraque o, claro, de la Universidad de Huelva, que tanto debe hacer por crecer, abanderar y liderar el progreso en la provincia. Tener a Juan Pérez Mercader en Harvard es una ocasión ahora de la que no debemos lamentar luego no aprovechar.

Una deuda con la ciencia

Huelva tiene una deuda pendiente con la ciencia. El futuro del ser humano pasa por ella. El de esta provincia, por supuesto. De su conservación, como la queremos, pero también de su prosperidad económica, obligadas a conciliarse. Tenemos delante oportunidades que no deben perderse y que deben ir de la mano de la investigación y de la universidad. Y esta tierra tan olvidada en tantos aspectos, debe saber mirar y aprender de sus referentes, de los nuestros, como Juan Pérez Mercader. Como todos los que han sido distinguidos por el Ayuntamiento por este nuevo Día de Huelva.

Los onubenses necesitamos de héroes cotidianos, cercanos, de ejemplos a nuestro alcance, que nos inspiren a todos, cada uno en su ámbito, con su talento, y nos muestren un camino para avanzar y llevar esta tierra nuestra tan alto como podamos. Y ahí es donde encontramos a María Leandro, a Alfonso Aramburu, a José Luis García-Palacios, a José María Segovia, a Juan Campos, al equipo de Gabitel, al del Banco de Alimentos y el de Ansares, a Ignacio Álvarez-Ossorio, a Perlita de Huelva, Fernando Vergel, Antonio Aguado, Ariadna Zamora, Jarcha, los hermanos de Estudiantes, las Niñas de la Manola y, por supuesto, la Virgen del Rocío.

Todos inspiran y todos suman. Todos contribuyen a ese sentimiento común que es Huelva. Como nuestros Onubenses del Año. Y como tantos a nuestro lado que aún de forma callada, anónima, acreedores de próximos reconocimientos públicos, son también nuestros referentes para aprender a avanzar. Para que otro de los nuestros llegue a Harvard como Juan. Y quién sabe si un día a ese otro Marte que está ahí fuera.

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