Suele suceder cuando de dos fuerzas potentes se trata y ambas compiten entre sí: Se muestran tan poderosas, tan intensas, tan seguras de sí mismas, que la lucha por alcanzar el pódium se convierte, más que en una meta a alcanzar, en la meta. Al proponerse a sí mismas la supervivencia, las dos presumen de su relevancia. Sus propósitos no son triviales porque luchan y se arriesgan por la vida. Ambas pertenecen al género femenino; no obstante, ni coinciden en las metas, ni en los medios.

El primer asalto entre Doña Economía y Doña Salud fue ganado, sin vacilaciones, por esta última. "Lo primero es la salud" se ha oído repetidamente y, animada por esta cantinela, Doña Salud se arremangó hasta conseguir dejarnos encerrados a todos en nuestras casas y rodeados de una significativa parafernalia (alfombras especiales en la entrada de la casa, alcoholes para desinfectar, cansinos lavados de manos, toma de temperatura asiduamente…). Debe añadirse que Doña Salud no atendía solo al bienestar físico, sino también al mental y nos obligó a asomarnos a los balcones y cantar, repetidamente, ese popular Resistiré convertido en himno nacional. Venció este asalto Doña Salud, sin dudas consiguió, poco tiempo después, vacunarnos a todos.

Fue bonito mientras duró. A Doña Economía, que esperaba desesperadamente movimiento de dinero, aquellos encierros se le hacían eternos. Se negó seguir adormilada y atacó. Embistió adonde más dolía: la exaltación de la hostelería como medio de vida, como fuente de supervivencia y, haciéndole ver al mundo que sin ella, antes o después, tampoco se salvaría Doña Salud. El resultado del mensaje fue espectacular: eso de beber cervezas al aire libre para combatir el virus fue (y está siendo) un éxito.

La cuestión es que, al ser ambas tan necesarias, resulta muy difícil defender solamente a una. El trabajo de Doña Salud y de Doña Economía son ineludibles y sus actuaciones forzosas, pero aun así ya tenemos ganadora. Doña Economía, imparable, ha arrasado en popularidad y en afiliados a la causa, en defensores de ese truco de "Que sea lo que Dios quiera" dando por hecho que Dios quiere divertirse.

Esta imparable señora consiguió que los Reyes Magos irrumpieran por las calles onubenses y que el fútbol, pese a los contagios, divirtiese a los aficionados. Se celebran fiestas y festorros y con el "ocio nocturno", (metáfora de disloque y borracheríos varios), se olvidan las manías de Doña Salud que no le queda otra que encerrarse en casa: El final previsto.

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